Los baños flotantes de la Ría

La Sociedad Económica Amigos del País pone el servicio en marcha en 1852, a beneficio de la Escuela de Arte y Oficios

17 de julio 2016 - 01:00

Estampa de la Ría con la caseta de los Baños Flotantes.

HAN comenzado los trabajos de instalación de los baños flotantes en la ría, los cuales, como de costumbre, se abrirán al público el día 15 del próximo mes". Así se anunciaba en el periódico La Provincia la llegada del verano en la Huelva de 1909.

Los baños flotantes constituían, desde mediados del siglo XIX, uno de los grandes atractivos que abría el periodo veraniego . Unos amplios casetones que se instalaban en medio del río, contaba con "un cómodo y seguro muelle de madera". Su uso para el baño habla de la limpieza de las aguas de nuestra Ría. En 1852, la Sociedad Económica de Amigos del País establece en Huelva los baños flotantes, que se instalan en el río Odiel durante todo el verano, frente al Muelle de Viajeros. Su interés era altruista; los beneficios se destinaban a mejorarlos, a sufragar los gastos de la Escuela de Artes y Oficio y a realizar obras benéficas.

Ofrecían la oportunidad de unos buenos baños con toda garantía en medio de la Ría. Constaba de 33 cuartos "bien desahogados y limpios", provistos de todo lo necesario para la mayor comodidad del público. Para el uso de los mismos se pagaban, a principios del siglo XX, 0,85 pesetas el billete y podían bañarse de una a dos personas. Para el uso de los baños flotantes se contaba con un servicio de transporte fluvial desde el muelle a los baños, que se hacía de manera gratuita para los bañistas "por una cómoda y segura embarcación".

En 1884 el traslado se realizaba en la lancha conocida por el Bombo que partía del Muelle de Viajeros.

Se anunciaban sus cualidades y así la Sociedad Amigos del País aseguraba que el numeroso público que concurre a ellos "les ha dispensado los mayores elogios hasta el punto de considerarlos como tal vez los mejores en su clase de todo los puertos de Andalucía". Un calificativo "justamente formado en virtud de las muchas curaciones que han producido en determinadas enfermedades, y más especialmente en las que se encuentran sostenidas por un vicio escrofaloso y a los que consisten en flujos crónicos".

Las propiedades terapéuticas sigue siendo claves como atractivo, no solo para los vecinos de Huelva, sino para los muchos que venían de fuera. Para ello contaba con "cuartos de baños muy cómodos y aseados en el Hotel Internacional y en el Hotel Madrid". Los baños tenían propiedades "no sólo" para "suavizar la piel y tegumentos y refrescar su temperatura orgánica, sino también a tonificar sus vísceras y reconstituir, en algo, su sangre, dado los varios principios minerales y en particular de hierro que sus aguas contienen". A estas cualidades se añadían "las condiciones higiénicas" que concurrían en la población, así como una temperatura templada, que se consideraba "lo más a propósito para la conservación de la salud en esta época del año". A lo que se añadía "la comodidad de sus casas y la abundancia de las sustancias alimenticias que produce su suelo". Todo contribuía "a que estos baños hayan adquirido una gran reputación".

Los baños flotantes contaban con su propio reglamento de uso. Lo primero para su acceso, el billete y, después, guardar la cola a la espera de la entrada en los cajones, que tenía lugar "por turno riguroso con arreglo al número de orden de los billetes". A partir de ahí, a disfrutar del agua hasta que el bañero avisaba a cada usuario con diez minutos de antelación a la finalización de la hora del remojón y, ojo, dentro del cajón sí se podía estar sin ropas, pero "no se permite salir a ningún bañista fuera del cajón, completamente desnudo" y, para ello, "el agente municipal de servicio cuidará del cumplimiento de esta orden". El horario era bastante amplio, de las seis de la mañana hasta las doce de la noche.

En Huelva se contaba con otros baños situados en la Calzadilla, propiedad de Pedro Salas también desde el siglo XIX, que luego continúan sus herederos. Los baños se consideraban más modestos que los de la Sociedad Económica de Amigos del País, aunque se veían muy concurridos durante el verano, "porque las aguas en aquel sitio están más templadas que en los baños flotantes".

La Ría de Huelva a comienzos del siglo XX.

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