Autoridad

21 de diciembre 2025 - 03:07

Tras el fallecimiento de Robe Iniesta se ha suscitado en todo el país un sentimiento de duelo compartido. Yo, que aún siendo extremeña lo había escuchado poco, he participado de ese sentimiento porque en los últimos años se había convertido en mi banda sonora: lo escucho en el coche, mientras limpio, paseo, siembro o medito. Como seguidora de las letras de Robe me he hecho también reflexóloga de las de Extremoduro, tanto me sorprende la profundidad de sus últimos discos que busco ahondar en la etapa que le sirve de preámbulo.

Confieso que, siendo fan reciente, me han sorprendido las reacciones coincidentes ante la muerte de Robe. Sin duda se ha marchado un referente, alguien cuya antipatía resultaba simpática. Sin pretenderlo y de la forma más políticamente incorrecta, Robe se había labrado una autoridad de las verdaderas, de las que nadie ve venir ni se puede saber de dónde procede, es la gente la que reconoce algo de genuino en lo que la persona dice. Es una autoridad que no tiene que ver con la santidad o la perfección, sino que sorprende a través de quienes menos esperamos. He visto a muchos intentar forjarse ese tipo de influencia, pero es imposible, porque es la autoridad la que elige a la persona, no al revés. Se trata de un don, no se puede forzar.

Podemos identificar históricamente esta autoridad en otras personas, como por ejemplo Jesús de Nazaret. Por encima del rechazo a la religión, a sus preceptos o doctrinas, no he escuchado nunca una mala crítica al Jesús histórico, el de las bienaventuranzas, el del compartir el pan y el camino, el que hablaba del amor pero también llamaba a algunos raza de víboras y sepulcros blanqueados. Y antes de que mis palabras levanten ampollas en los dos bandos, conste que no estoy comparando a Jesús con “el Robe”: no hablo de personajes, sino de genuina autoridad.

Sí creo, sin embargo, que la autoridad tiene que ver con las y los profetas, esas personas que sin elegirlo se ven forzadas a anunciar y denunciar, siendo ellas las primeras interpeladas. Y esa interpelación les lleva hasta donde nunca se plantearon llegar. No existe un único modelo de profeta, pues entonces su voz solo llegaría a un único modelo de oyente. La autoridad, que es lo mismo que decir la sabiduría, busca usar al personaje para llegar al conjunto. No es su objetivo engrandecer, sino llamar al servicio. Y para eso no tiene que ser necesariamente bien acogida. Ni siquiera hay que esperar que el profeta sea bien hablado.

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