Arthur Schnitzler escribió un pequeño texto titulado Y algún día volverá la paz, son reflexiones pacifistas hechas en los años de la Primera Guerra Mundial. Uno de esos textos dice: "Pues no olvidemos que, aunque son pueblos civilizados, de cultura, los que la hacen, en la profundidad anímica de estos pueblos hay un sedimento, mayor o menor según los casos, de barbarie o, al menos, de grosería…, son pueblos civilizados, de cultura, los que hacen esta guerra".

Y llegó la guerra, apareció entre nosotros una guerra diferente, distinta, no estábamos acostumbrados a este tipo de conflictos. Algunos lo sabían, y avisaron o lo ocultaron. El 18 de octubre de 2019, en Nueva York, tuvo lugar el Evento 201, el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud (el mismo que comunica diariamente los datos mundiales del Covid-19), en asociación con el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates organizaron unos ejercicios ante una pandemia global. Allí se hicieron recomendaciones y se establecieron unas conclusiones y unos protocolos que a fecha de hoy aún son públicos. El 18 de octubre de 2019. Muy pocos hicieron caso. Y el mundo se ha paralizado.

Cuando lea esta columna España tendrá más muertos. Muchos de ellos no han sido despedidos por sus familias, han fallecido solos, acompañados por unos excelentes profesionales sanitarios que han trabajado aún más de lo que deja el cuerpo. Pero algún día volverá la paz. En estos días escuchamos reiteradamente esa frase que dice que "la prensa es un arma". Una frase que tiene muchos creadores pero que cada cual la utiliza a su albedrío. A más de uno "el gozo le reventaba por las cinchas del caballo" que diría Cervantes en El Quijote. Escribió Quevedo: "La nobleza junta es peligrosísima, porque ni sabe mandar ni obedecer". Y algo de eso nos ocurre. "La libertad histriónica, declamatoria, clerófoba y sesquipedal se alimenta de sueños y utopías", esto es de Menéndez Pelayo.

Estamos en una guerra entre nosotros mismos. Y esto no es bueno. Mientras los animales aprovechan nuestra ausencia para disfrutar de su naturaleza, generamos odio e ira, las redes y la prensa, los medios en general, dividen a las personas, las confunden, generan destrucción. Vayamos rezando la oración de Santa Apolonia, que diría Cervantes.

"Para que haya una guerra basta con quererla; para tener paz hace falta el consentimiento de todos. En este punto, tal vez, es en donde el progreso científico pueda influir", es de Charles Fabry. Y algún día volverá la paz.

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