Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

De acuerdo

Que alguien me diga por qué mi país es el que tiene más muertos por millón de habitantes en el mundo

Vale, de acuerdo. Me quedaré en mi casa el tiempo que haga falta. Hasta que el ministro de la curva logre doblegarla o hasta que el presidente del Gobierno lo proclame en una se esas charlas finisemanales que exudan una mala digestión de Churchill y en la que es incapaz de responder a cualquier pregunta coherente que se le formule. Me tragaré con disciplina social esos discursos insustanciales y cuantas ruedas de prensa dé el doctor Simón sobre porcentajes de contagios que suben y bajan y que muchas veces parece que ni él mismo entiende. También saldré puntualmente a las ocho a aplaudir con entusiasmo y hasta pondré buena cara cuando el vecino enchufe el resistiré de cada día, tenga o no ganas de escucharlo, y teletrabajaré todo lo que sea posible teletrabajar. Incluso haré bizcochos y galletas.

Pero necesito que a cambio de tanto esfuerzo alguien me dé una explicación. Que alguien me diga por qué mi mundo de certidumbres está siendo arrasado por una plaga medieval que no fueron capaces de ver venir los que gobiernan el mundo. De pronto hemos echado seiscientos años para atrás en la historia y no nos sirve de nada haber creado un universo regido por la tecnología, en el que hasta hace poco hablábamos de avances en la medicina que prácticamente nos acercaban a la inmortalidad.

Sobre todo, necesito que alguien me diga por qué el país en el que vivo, una potencia medianita situada en un rincón del Mediterráneo, lejísimos de China, se ha convertido de pronto en el que más muertos tiene en el mundo por millón de habitantes. No puede ser una maldición bíblica que nos ha caído a nosotros y que se ha parado justo en la raya de Portugal: los vecinos están muy lejos de nuestras cifras. Descartado el castigo del cielo, habrá que concluir que esa sensación de que los que nos gobiernan van por detrás de los acontecimientos y transmiten impotencia es algo más que una opinión. Como lo es que la oposición dedica todos sus esfuerzos a meter palos en la rueda en vez de arrimar el hombro y que las comunidades autónomas hacen la guerra por su cuenta dependiendo de su color político. Y mientras tanto, aquí seguimos sin ser capaces de doblegar la puñetera curva y atisbando cada día más cerca un hundimiento económico y social para el que hay que buscar términos de comparación, no siempre a favor, en la crisis de 1929 o en la guerra civil de 1936.

Sí, definitivamente, necesito igual que usted que alguien nos explique algunos porqués. Porque la sensación de que nos engañan como a chinos sube y sube. Como la curva.

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