La política es necesaria e imprescindible, nos guste o no la misma: nos impliquemos o no con la misma. Además, resulta que en España disponemos del sistema político ideal, o el menos malo: una democracia parlamentaria, un Estado de derecho. Y la política debería (debe) ser la solución y no el problema. Y el engolfamiento de algunos partidos políticos a lado alguno lleva excepto a crispar los ánimos de los españoles, a sacar lo más primario de nosotros: la irracionalidad y el odio; el atrincheramiento; olvidando el debate pausado y sereno, en profundidad, el acuerdo necesario entre diferentes; y eso es lo que algunos están intentando, machacones, un día tras otro; no mirar de frente a los problemas para darles solución, no; sino utilizar una política destructiva desde la oposición, que ya empieza a ser extenuante además de poco leal para con España y los españoles, con un único objetivo -ciertamente absurdo, dicho sea de paso-, dar a entender que el Gobierno actual no es legítimo aunque así lo hayamos decidido los españoles.
Pero, el Sr. Casado y el Sr. Abascal insisten en su errada estrategia de la confusión. Allá ellos y quienes les aplauden dicha maniobra, quienes les aconsejan y quienes les escriben esos negros y hueros discursos.
La derecha y la ultraderecha española -que torean cada vez más en la misma plaza y a la misma hora, es decir, que sus letanías están calcadas una de otra hasta el punto de empezar a ser la misma cosa-, a diferencia de los partidos conservadores de todos los países del mundo, que, en estas atroces circunstancias del Covid-19, se han puesto a disposición de sus gobiernos para ayudar desde la oposición a solventar las nefastas consecuencias de la pandemia, siguen con un objetivo único: derribar al Gobierno. Los conservadores españoles intentan todos los días, en cada manifestación pública, en cada sesión de control parlamentario, hacernos ver, como si los españoles no tuviéramos ojos ni oídos ni sesera ni fuésemos capaces de pensar por sí mismos, hacernos ver, decía, que España es un caos y que la única solución es que ellos gobiernen.
Lo de la Casa Real no toca hoy, pero, todo llegará; apuntemos nada más, como entrante, que espero hablen pronto los jueces; falta está haciendo de que se aclaren de una vez ciertas cuestiones del Rey emérito y la percepción de comisiones millonarias que, según dicen, pululan por algunos órganos judiciales españoles y extranjeros.
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