Septiembre

15 de septiembre 2022 - 01:30

Septiembre reina. El verano se va. Poco a poco todo va cambiando, parece que la estación del estío nos avisa que en tiempo corre y que sus días como las mareas se van camino de un lejano insondable.

Mientras esperaba el comienzo de una Misa al aire libre en la capilla de Lourdes, en Punta Umbría, como es costumbre cada fin de semana, contemplaba la sencilla esbeltez de su campanario, blanco de cal y de sol, sobre el fondo claro, celeste, del cielo. Una estampa de color bellísima.

Conforme pasaban los minutos el firmamento se iba haciendo más azul. Al rato ese cielo sin nubes ya era más oscuro. Me resultaba curioso contemplar como las tonalidades cambiaban en tan poco tiempo. La noche se acercaba.

Ya no podía ver aquel sol que en Junio se asomaba por encima de la Torre Almenara vecina. El verano nos iba diciendo adiós.

La Eucaristía en el porche, junto a la capilla de Lourdes se nos hace muy familiar. Su bucólica estampa veraniega nos recuerda una Punta Umbría que ya sólo es sueño y nostalgia en nuestros corazones. Entonces, sentados sobre la arena imitábamos un cuadro evangélico de los tiempos de Jesús. Hoy, en cómodas sillas, pocas para el número de fieles que asisten a los cultos, nos trasladan a un tiempo nuevo.

Ayer, las homilías vibrantes de Peniche, la del Padre Castro S.J. llenas de sentido poético y pedagógico, se unen a las de hoy de Francisco Echevarría, alma y espíritu de Naím, profundas, exactas, con sentido realista y documentación bíblica son expresión de una pastoral que en estos meses nos hace vivir plenamente el Evangelio.

Palabras que dan vida y rocían el alma, como las que me encanta escuchar de Baldomero Rodríguez y Daniel Valera, en Huelva.

Sin dudarlo, el estío va cuesta abajo, y por el horizonte se vislumbra un giño del otoño. Punta Umbría quedará otro año en nuestros recuerdos veraniegos, con su luz cegadora y sus mareas llenas de aventuras marineras.

El verano será siempre el cliché de una fotografía de juventud, que una y otra vez nos transportará a una playa lejana con casas de estilo inglés, con molinos de vientos dejando escapar un mecánico sonido al elevar las cubetas del agua, los caminitos de tablas ennegrecidas por el sol, el ronco latir de los motores de los barcos que salían en busca de su cotidiana pesca y la llegada incipiente de turistas que no eran extranjeros, si no la mayoría ciudadanos onubenses que arribaban al muelle viejo en las canoas de Pascasio.

Una Punta Umbría que inexorablemente se va borrando en el iris cansado de nuestros ojos, pero que el corazón mantiene viva.

Septiembre es sin duda un mes para soñar, y sentir con más fuerza el latido de los recuerdos, que dejan huellas en la arena mojada de la bajamar, esperando el definitivo momento en que una ola lo borre todo. Pero siempre nuestro espíritu volará como una gaviota sobre la Ría que nos enamoró.

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