Septiembre ya envuelve a Huelva como un manto cintero que desde el Conquero es para nosotros brisa. Hay algo en el ambiente que nos embarga el alma. Cuando concluye la primera semana del mes, en que el verano nos va diciendo adiós, toda la ciudad respira con aromas de nardos florecidos que cantan una Salve que para nosotros es oración choquera, que sobrevive en el tiempo, con un eco que perdura en lo más profundo de nuestro ser.

Me gusta recrearme en las tradiciones de nuestra tierra; por eso a veces les canto a mis nietos esa Salve que un día nos cantaba nuestra madre después de aquella letanía interminable tras el rosario devoto a la Patrona de Huelva.

Esa Salve que comienza comparando a la Virgen como aurora en la noche, que pide angustiada por los pobres marineros, que clama a Ella que nos salve de las llamas del infierno, tiene un hondo significado, sencillo, lleno de candor, de inocencia, que la mece entre el verso fácil, la petición anhelante y la realidad devota de un pueblo noble que habla con amor a su Madre.

Le llamaban la Salve de los Marineros y siempre fue como un himno onubense que nació en la mente de un venerable sacerdote hace más de un siglo. Cuando la canto como rezo tiene el compás de esas melodías que los Campanilleros de la Virgen entonan cada año, cuando Ella viene a estar en su casa, en la ciudad, dejando por unos días vacío ese nido que en la altura de un cabezo querido, espera la vuelta de la Patrona onubense.

La Virgen de la Cinta, en su imagen de la popularmente denominada Virgen Chiquita, es todo un símbolo de devoción de la vieja Onuba a la que es su Reina y Señora.

Cuando se acerca la hora del regreso al Santuario, vuelve a sonar aquella melodía que aprendimos de niños y que decía: "Subiendo la cuesta del Humilladero, todos tus hijos a la ermita van".

Y es así, todos los hijos de Huelva acompañan a su Patrona en un acto memorable que manifiesta un culto y un fervor lleno de entusiasmo a la que denominamos la Reina del Conquero.

Hoy, en esa hora cintera de la ciudad, nuestro agradecimiento se vuelve a la Hermandad de la Virgen que vela de forma permanente y admirable por todo cuanto se relaciona con la Patrona. Gracias, Bienvenido, por ese afán denodado en que la Virgen siempre esté en primer plano del sentir onubense. Que tu junta de gobierno sea siempre el exponente de lo que sentimos y queremos todos los onubenses para lo más bello de nuestros sentimientos marianos: el amor y el culto a la Virgen de la Cinta.

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