Sabelotodos

Hay ciertos intelectuales supuestamente transgresores que parecen tener un Gran Hermano insertado en la mente

La escritora Svetlana Alexiévich contaba que, cuando escribía un libro sobre las mujeres rusas que habían luchado en la II Guerra Mundial con el Ejército Rojo, casi todas esas mujeres se mostraban muy reticentes y no querían hablar. Hacía falta reunirlas en grupo, invitarlas a tomar el té y dejarlas que fueran tomando confianza, y sólo entonces, esas mujeres que habían visto cosas que nosotros no veremos ni viviendo doscientos años -toquemos madera- se atrevían a hablar de sus vidas durante la guerra. Esas mujeres habían visto mucho más que todos nosotros juntos, pero ellas no se daban importancia. Y otro detalle que detectó Svetlana Alexiévich: cuanto más sencillas eran esas mujeres, más sinceras eran a la hora de expresarse. Las mujeres más cultas -profesoras, científicas- extraían sus opiniones de lo que habían leído, de modo que toda su experiencia tenía un punto falso, moldeado, prefabricado; las mujeres sencillas, en cambio -las enfermeras, cocineras, lavanderas-, "extraen las palabras de su interior en vez de usar las de los periódicos o los libros, toman sus propias palabras en vez de coger prestadas las ajenas".

Esta idea de Svetlana Alexiévich (que ganó el premio Nobel de Literatura, en 2015, gracias a su capacidad para dar voz a la gente considerada "poco importante") me viene a la mente cada vez que leo declaraciones de intelectuales, de políticos y de gente supuestamente "importante". Casi todo lo que dicen es impostado y no obedece más que a un lenguaje prefabricado a base de clichés ideológicos. No hay nada que tenga la más mínima relación con la vida real ni con lo que la gente piensa en la calle. Y lo peor de todo, no hay ni una sola idea original, nada que parezca surgir de su interior en vez de surgir "de lo que dicen los periódicos o los libros", como decía Svetlana Alexiévich. Es como si el Gran Hermano -un Gran Hermano biónico insertado en su mente- los estuviera vigilando las 24 horas del día.

Tomemos el caso del Gran Wyoming, quien acaba de decir que la Transición "supuso el desembarco del fascismo en la democracia", y que "este país aún no ha entrado de pleno derecho en el espacio de las democracias occidentales". Es portentoso. Vivimos en una sucia mazmorra y no nos habíamos enterado. Quizá, después de todo, los que más alardean de libertad son las personas menos libres del mundo.

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