Caleidoscopio

Vicente Quiroga

Ricardo Bada

SIEMPRE conviene decir que es un motivo de felicidad tener con nosotros unos días, unas horas, a un amigo entrañable desde hace tantos años, toda una vida. Pero si, además de eso, que se debe sobre todo a un motivo familiar, aprovecha ese tiempo para deleitarnos con una espléndida conferencia, con un título, que a muchos podría parecer sorprendente, pero que a otros nos parece extraordinariamente revelador y acertado, como "Platero yý nosotros", la presencia de Ricardo Bada en Huelva resulta doblemente dichosa, realmente impagable.

Ricardo Bada, onubense afincado en Alemania desde hace cuarenta y cinco años, ha cuajado este tiempo, prácticamente dedicado en lo profesional a su trabajo radiofónico en La Voz de Alemania, en Colonia, dedicado al más afortunado desempeño de su vocación literaria, cuya ejecutoria brillante y copiosa excede con mucho el espacio de esta columna, tanto en el trabajo periodístico, informativo, la crónica, el artículo, como en sus libros y publicaciones diversas de carácter internacional: la narrativa, el relato corto, el teatro, la poesía, el ensayo, las traducciones de grandes autores, principalmente alemanes. En fin un amplio y envidiable bagaje literario iluminado por una expresión siempre fascinante e inspirada.

Pero, además, como lo demostró en su intervención del pasado martes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Huelva, en la primera jornada de una Semana Cultural iniciada por el Aula de Mayores, Ricardo Bada demostró que es también un elocuente y ameno conferenciante, que le viene de su capacidad para la comunicación y el lenguaje de fácil impacto en el oyente. Un orador que no sólo dicta con fluidez, tono adecuado, matización precisa, ritmo acompasado y dominio absoluto de un texto perfectamente elaborado, sino que canta si es preciso, pregona cuando conviene, recita y enfatiza las citas en ese clímax que todo discurso precisa como la mejor trama de un argumento apasionante.

Y lo fue ¿qué duda cabe? su "Platero yý nosotros", para glosar a los 116 personajes protagonistas del "Platero y yo", junto a Juan Ramón Jiménez - ¡qué sublime homenaje, Ricardo, en tan evocativa rememoración! - y el burrillo "pequeño, peludo suave", todo un censo tantas veces ignorado que figura en esa obra señera en la literatura española de todos lo tiempos, el libro más bello y perfecto de la narrativa lírica, lo que nos permitiera a través del profundo estudio del orador reverdecer citas: Shakespeare, Chénier, Leopardi, Ronsard, - "Comme on voit sur la branche au mais de mai la roseý" - y otras igualmente ilustres pero más ajenas, Thomas Mann, James Joyceý, que ilustraban una hermosa disertación nimbada de poesía, encanto y sincero frenesí juanramoniano.

Todo ello concitó un encuentro íntimo, entrañable, en el que coincidimos antiguos y nuevos amigos y amigas, poetas y escritores que amamos y admiramos. Algo tan cabal y amistosamente fraternal como tener entre nosotros a un onubense "tan claro, tan rico de aventura" como Ricardo Bada.

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