Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
T style="text-transform:uppercase">engo buenos amigos catalanes. También varios foráneos que en Cataluña han creado una familia, allí trabajan y desarrollan su actividad profesional con provecho y dedicación. Considero a los catalanes personas inteligentes, muy superiores al tópico general. Cataluña es una comunidad autónoma respetable, generadora de riqueza y una parte importante de España.
Pero todos aquellos que promulgan y defienden a ultranza reiteradamente, y sin razonamientos, la independencia de Cataluña, lo que ellos llaman hoja de ruta, los considero pueblerinos. Sí, pueblerinos, gente de mente estrecha y boca grande. No se puede utilizar un ideal como mecanismo político, y mucho menos como argumento partidista que pretende dividir a una sociedad. Toda división es negativa, pues se realiza sin conciencia o a conciencia, que es lo mismo, la maldad permanece.
El diccionario de la RAE en una de sus acepciones de pueblerino indica: Poco refinada en sus modales o en sus gustos, o carente de amplitud de ideas o puntos de vista. Hemos oído, a lo largo de los años, esa máxima de divide y vencerás. Se trata de una máxima errónea, carente de visión. No hay que dividir, tenemos que unir. ¿Qué garantías nos daría un partido político que se llame Junts Pel Sí? ¿Pel Sí? ¡Pueblerinos! Si el único fin que tiene esa agrupación es el "Sí", pues nada, que sigan. Yo prefiero un partido que vele por los intereses de los ciudadanos, que luche por acabar con el paro, con la corrupción, con los problemas del pueblo no pueblerino.
Hay algunos listos que se aferran en defender la hoja de ruta en el Derecho Internacional, y a establecer argumentos carentes de amplitud de miras y sin razonamientos lógicos. Estos señores hablan de derechos humanos, citan el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y se quedan tan anchos.
Ocurrirá lo que tenga que ocurrir, sí, no se asusten, lo que tenga que ocurrir. Si manifiestan razonamientos argumentados (hasta ahora todo es ausencia) se les escuchará como se debe escuchar a un ser humano. Pero me van a permitir que manifieste mi opinión en este asunto, y que diga de nuevo que todos esos señores son unos pueblerinos. Y digo pueblerino y no provinciano. Y lo son hasta que demuestren lo contrario. Cuando esto ocurra aquí estaremos para aplaudirles. En el fondo es lo de siempre, si eliminan la cultura el pueblo se convierte en pueblerino.
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