Surcos nuevos

Jaime De Vicente Núñez

'Platero y yo', apto para todos los públicos

21 de octubre 2014 - 01:00

NO es Platero un libro escrito sino escojido para los niños". Son palabras de Juan Ramón Jiménez, que también advierte al comienzo de su obra "a los hombres que lean este libro para niños". Es fácil para estos identificarse con el poeta y con el mismo burro "tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…", aunque sea "fuerte y seco por dentro, como de piedra", que es como muchos niños imaginan ser ignorando las limitaciones que les impone la edad. Hay quien opina que algunos de sus capítulos no son de fácil comprensión para los niños y que su vocabulario no siempre es accesible ni siquiera para lectores adultos. Puede haber algo de verdad en ello, pero a mí me parece que la magia que destila cada una de sus líneas es tanta que compensa con creces la dificultad que puede encerrar alguno de sus pasajes. Es cierto que, en general, la población actual está perdiendo, por razones conocidas, el hábito de la lectura. Por eso, Platero y yo debería leerse desde una edad temprana y releerse con cierta frecuencia, en la seguridad de que cada vez se irán descubriendo matices nuevos, bellezas que habían estado ocultas y que se revelan de pronto.

Impregnado de la idea de que Platero y yo es accesible a todas las edades, el Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb) celebró el sábado su centenario con una lectura en la que se alternaban los niños y sus progenitores, como si los adultos transmitieran el testigo de la mejor poesía a la siguiente generación, con la lección de que una elegía no tiene por qué ser una triste lamentación, sino que puede relatar, con palabras sencillas, una vida animal (con ánima) que termina de forma natural, convirtiendo a un burrito peludo y suave en símbolo inolvidable del afecto que puede establecerse entre dos especies distintas. Niños y adultos se reunieron en el Centro Cultural de Caja Rural para disfrutar como tantas veces lo hacen en el cumple de los amigos. Solo que los amigos de ahora son el burrito y un Premio Nobel, que reconoce que se encuentra tan a gusto donde hay niños ("una isla espiritual caída del cielo").

Platero continúa su camino a través de su centenario, esta semana con otra excelente iniciativa de la Fundación Juan Manuel Flores Jimeno en la tarde del próximo jueves, también en el Centro de la Caja Rural.

Todas ellas, en definitiva, nos quieren decir que el mejor homenaje que podemos hacer a Juan Ramón es leerle.

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