Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
EN la antigüedad, 'penitentes' eran los que cumplían las penas por haber cometido sus pecados. Etimológicamente significa "persona que hace penitencia" o que en las procesiones va vestida con una túnica en señal de arrepentimiento. En un sentido más amplio, podemos afirmar que son aquellos que desfilan delante de los pasos durante el tiempo que hacen estación de penitencia. Son identificados por sus vestiduras, distinguiéndose una hermandad de otra por diversas características, ya sea el color, capa, algunas de cola, cíngulos o cinturones de esparto, tipo de calzado. También dentro del grupo de penitentes, podemos diferenciar nazarenos de fila o tramos, llamados igualmente nazarenos de luz, penitentes con cruz, portadores de insignias, manigueteros…
No cabe duda el valor pedagógico que tienen los desfiles procesionales, y dentro de éstos el papel que juega el penitente, que en el anonimato y tras el morrión son los que casi en su totalidad realizan la estación de penitencia. Tenemos que preguntarnos qué pasaría si en nuestros cortejos cada vez fueran menos los que se ponen sus túnicas; entonces sí tendríamos que hacer mención a una palabra tan en boga en la actualidad. Hace años se hablaba dentro del mundo del costal de crisis, esperemos no tener que hacer referencia a la disminución del número de nazarenos, ya que la Semana Santa onubense atraviesa un período brillante en su historia, con una extensa actividad repartida durante todo el año, sobre todo los cuarenta días anteriores a las salidas procesionales.
Sin duda es un fenómeno social que suscita gran interés, con propagación de revistas, tertulias, carteles, conciertos, que tiene que ir en expansión sin perder su pureza. De tal forma, que toda esta euforia cofrade, no se debe quedar sólo en la expresión, si no también manifestarse, y de qué forma, pues haciendo que los cortejos no disminuyan. Una vez que dejemos de salir en algún puesto por determinada circunstancia, por ejemplo, si dejamos la trabajadora, o nos quitamos las dalmáticas o albas, o dejamos algún instrumento musical, o algún cargo en la junta de gobierno, debemos ponernos nuestras túnicas, y convertirnos en anónimos penitentes. No tratemos de engrosar nuestras filas con niños y mujeres, que además de salir de nazarenas, pueden hacer cualquier función dentro de la hermandad; todos los hermanos deben participar, no ser simples acompañantes.
Los desfiles procesionales que contemplamos durante la Semana Santa son el resultado de siglos de evolución, en los que han dio influyendo factores de diversa índole, históricos, artísticos, religiosos y sociales. No dejemos de repetir el rito de vestirnos de penitente, y evitemos que el 'peligro' aceche nuestras cofradías, resolvamos la situación con sacrificio, dándole sentido a nuestras salidas, vivamos desde dentro la estación de penitencia comprendiendo lo que éstas significan y lo que se siente debajo de una túnica.
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Pablo y Pedro
Desde la Ría
José María Segovia
La inglesita andaluza
Caleidoscopio
Vicente Quiroga
Gozos navideños
Lo último