
Monticello
Víctor J. Vázquez
Melegek de Budapest
La verdad es que hay momentos en los que resulta difícil entender determinadas situaciones que se dan en el día a día y, casi más aún, decidir el tema sobre el que escribir. Por eso, a veces, una columna se convierte en una miscelánea de acontecimientos.
Es, por ello que, una vez más, la parcialidad y sumisión de la Presidenta del Congreso, señora Batet, a los intereses de su Partido y el Gobierno junto a la mediocridad de los "antonios ibéricos", tengamos materia para el comentario y, además, sentirnos más escépticos respecto a a la capacidad de resolución de los conflictos por parte de los políticos actuales. ¿Cómo puede la diputada Batet calificar de anomalía democrática la situación de la Comisión de Control de Gastos Reservados y para salvar al Gobierno, modificar el criterio de mayoría necesaria para integrarse en la misma, de manera unilateral? Y digo salvar al Gobierno, porque se ha buscado un señuelo que ofrecer al independentismo para ganar la votación sobre el Decreto de medidas ante la guerra, en absoluto riesgo como consecuencia del problema del espionaje - Pegasus - que surge como herramienta de presión por parte del independentismo y los filoetarras, siempre agarrados al falso axioma consolidado para la obtención de prebendas: "independentismo siempre, independencia no", con lo que el tacticismo gubernamental nunca alcanza a satisfacer la voracidad nacionalista radical conocedores de la ductilidad de los Gobiernos débiles, hasta el punto que una ministra del Gobierno, pida la dimisión de otra ministra coaligada. Patetismo puro y en el centro del conflicto, la Presidenta Batet, "disciplinada", facilita el acceso a los Secretos de Estado a Bildu. Eso sí que es anomalía democrática.
¿Y de mis tocayos ibéricos; uno real y el otro, según el italiano Draghi; qué me dicen? Del "Antonio" de Moncloa, ya hablamos en su día, pero del Antonio portugués, no el Santo, sino el más alto cargo de la ONU, no encuentro calificativo con el que denominar su esperpéntica actitud en lo que se ha dado en llamar: "gira por la paz". Sus declaraciones son no solo inaceptables, sino que revelan una pretendida equidistancia en un conflicto que califica de "complejo" y ¿cómo define una situación así donde hay un invasor, con claras acusaciones de genocidio, buscando justificaciones interpretativas? Mientras, tiene que escuchar amenazas de conflicto universal, por parte del ministro ruso correspondiente.
Desde expresiones de parvulario: "acabar pronto; minimizar efectos…; colaboración rusa en la investigación de crímenes de guerra…" como si un conflicto como este se resolviera con declaraciones y posiciones sin firmeza y, peor aún sin coherencia, incluyendo hasta alguna ofensa a mal de las partes, tal cual es, visitar antes Moscú que Kiev. Esto, creo, es diplomáticamente débil, políticamente erróneo y humanamente, vergonzante. En conclusión, inaceptable.
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