Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Pastilla y media

La preocupación por la salud de uno por parte de las autoridades me hace temer todos los males del infierno

Cuando el Estado dice que se va a preocupar por nuestra salud, me ato los machos qué quieren que les diga. Es una posibilidad que me aterra. Estaría más que conforme con que no me la estropearan demasiado. Jamás he fumado en mi coche, pero me jode que las autoridades me lo prohíban, no sé si me explico. El día sin tabaco, lo empecé como acostumbro, con ese chute de nicotina tan rico que me acompaña todas las mañanas antes de darle un afectuoso saludo al padre Roca, que decía mi aita. Es mi decisión, nada más; soy consciente de los peligros que conlleva un vicio tan insano y que tengo la firme voluntad de abandonar ... el año menos pensado, pero exactamente cuando yo quiera, ni antes, ni después y, desde luego, no cuando me lo diga alguien a quien no he dado permiso para hacerlo. Sobre el problema del tabaquismo, que lo es, no me engaño, está esa milonga de no fume y beba menos, que se ve que eso no hace tanto daño. Lo políticamente correcto es que nuestras recias costumbres hispánicas no se pierdan por esa moda llegada desde fuera, amenazante de nuestra españolidad que se remata con un buen tintorro y no las monsergas esas de la cerveza para flojos. Bueno, pues lo mismo con un Farias y un palillo en los dientes y una copa de Soberano, que es cosa de hombre, coñe.

Esa invasión de la intimidad es, junto con la pérdida alarmante de unos derechos que no vamos a conseguir recuperar y que nos hemos dejado en el camino de la búsqueda de una seguridad imposible, uno de los peligros que nos atenazan a diario. Dejamos en manos de otros algo que nos pertenece, que es nuestro, como es la firme voluntad de vivir lo mejor posible, disfrutando de cada día como su fuera el último antes de cerrar el kiosco ... o de que nos dé con el cierre en la cabeza, que es lo más probable.

Mi vida sin café y sin cigarrillos tendría el mismo sentido que ahora, pero me aburriría más. Ahora la han tomado con otro pilar de mi existencia; el ibuprofeno, algo que me ha mantenido en pie esta semana de tiempo cambiante y que comenzó con las terceras elecciones en seis meses que me ha tocado vivir (es un decir). Bueno pues alguna lumbrera ha decidido ahora que es mejor que te duela la cabeza, que la tengas como un bombo durante horas, antes que tomarte un medicamento que supuestamente está para evitarlo. Además, deben ser muy listos, pero en esto se han pasado de tontos: no hay que tomar ibuprofeno 600, sólo 400. Un consejo lógico: pastilla y media.

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