Hay que intentar ser feliz, ser educado, estar alegre. Hay que intentar vivir. Ya tenemos bastante para que lo contrario nos contamine, aunque España se esté llenando de ignorantes. ¡Qué le vamos a hacer! Lo que sí queremos manifestar a todos esos ignorantes es que la mayoría de ellos no tiene la culpa de haber llegado a ese estado de imbecilidad, ha sido deliberadamente promovido y provocado por la destrucción de la educación, de la educación de verdad. Y el resultado es visible en todos los ámbitos.

Hay gente que agradece a Pablo Iglesias, y por ende al Gobierno de coalición, la creación del Ingreso Mínimo Vital. Dicha contribución, si sirve realmente para lo que su propio nombre indica, es correcta, y necesaria, desde luego. Pero los ignorantes no deben olvidar que ese ingreso lo van a pagar los autónomos y los empresarios, y todos aquellos contribuyentes con sus impuestos. No vayan a creerse que Iglesias y Sánchez se van a sacar de su chistera o de sus ahorros dicha paga.

Dicho esto, y poniéndose en la piel de los autónomos y los empresarios, me atrevo a exponerles dos cuestiones que, en estos macabros tiempos de felicidad, hay que indicar. La primera es que los autónomos y los empresarios deberían crear un partido político, el Partido de autónomos y empresarios. Nadie mejor que ellos para llevar las riendas de un proyecto de país en decadencia. Menudo mamarracho el tal Patxi López para salvar un país, y resulta que es el elegido para presidir la Comisión para la reconstrucción social y económica. España necesita a autónomos y empresarios al frente de las decisiones de calado, desde luego sociales y económicas. Y nada de puertas giratorias. ¿O lo de Patxi López también es un premio en concepto giratorio? Que los autónomos y empresarios deberían fundar su partido, se necesitaría. Y España progresaría, pero de progreso, no del falso progresismo político.

La segunda cuestión que deseo plantear a los autónomos y empresarios es algo más radical, pero no por ello menos real. Todos los autónomos y empresarios deberían cerrar sus empresas y despedir a todos sus empleados. ¿Se imaginan? ¿Quién pagaría el falso progresismo político? ¿Quién pagaría este falso estado de bienestar? ¿Quién sustentaría los sueldos de los empleados públicos? ¿De qué vivirían los miles y miles de lamentables políticos españoles, sea cual sea su ideología? El numerito sería descomunal, ya imagino los actos vandálicos de muchos, ojo, de muchos políticos.

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