No hace mucho tuve la alegría de recibir la visita de un viejo amigo, de nuestros tiempos laborales en el diario Odiel. Se trataba de Antonio Gómez Donaire, hoy con residencia en Madrid desde la desaparición del recordado y onubense periódico y su posterior marcha.

Para mí recordar y hablar de todos los que fueron mis compañeros de trabajo diario en nuestro periódico provincial, me produce una gran satisfacción por el vínculo que creamos de amistad durante los años en que se me confió la tarea de dirigir el periódico. Puedo decir en honor a la verdad que aquel grupo de trabajadores compuesto por la redacción, administración y talleres del periódico formamos una gran familia que se mantuvo unida en penas y alegrías, que a fin de cuentas son las exigencias diarias del quehacer periodístico, en circunstancias muy distintas a las de hoy.

La técnica de ahora es muy distinta. Pocos se acuerdan ya del olor a tinta, del ruido monótono de la rotoplana, de los cortes frecuentes de las bobinas de papel, de la paciente puesta de letras de plomo en el cajetín para formar los títulos, etcétera. Todo aquello nos unió y al cabo de los años sigo considerando a todos cuantos colaboraron conmigo parte de mi propia familia profesional. Uno de ellos, Gómez Donaire, en su nueva etapa de vida en Madrid ha triunfado por méritos propios. Voluntad, saber y entrega a una causa bella. Desde hace tiempo es presidente de la junta directiva de la Asociación Española Palabras Cultas y Buenas Costumbres, que realiza una gran labor que va siendo cada día respaldada y engrandecida por numerosas personalidades de la vida oficial, política, social y periodística nacional. Con frecuencia recibo una magnífica revista, editada por esta asociación, de la que es presidente de honor el monarca emérito don Juan Carlos I y en la que se tratan temas en defensa de los mayores, con un maravilloso sentido de solidaridad a los necesitados y de una gran profundidad en sus muchos e interesantes artículos, muy cuidados y sentidos en su temática.

No hace mucho me ofrecieron un homenaje, inmerecido, pero que acepté, en el afecto y amistad que me distinguían con la medalla en recuerdo a los 87 años de fundación de la Asociación de Palabras Cultas y Buenas Costumbres y sus servicios prestados en distintos ámbitos a las personas necesitadas de la sociedad madrileña.

Un gran ejemplo el de Antonio Gómez, que no olvida a Huelva en la distancia ni a los amigos que un día fueron compañeros de trabajo bajo la cabecera de un periódico que siempre será historia onubense.

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