tiempo de academia

Francisco José Martínez López

Catedrático de la Universidad de Huelva Académico de Número de la Academia Iberoamericana de La Rábida

Mundialización vs globalización

Un virus ha sido capaz de cambiar todo nuestro sistema social, político y económico, y, obviamente, sanitario. Llevamos siglos construyendo un entorno apto, y útil para satisfacer nuestras necesidades, hecho a nuestra imagen y semejanza, adaptamos nuestro planeta a lo humano como culmen de una evolución que pensamos que se acaba con nosotros, pero que no deja de avanzar.

Construir todo un sistema social amparado en una visión económica consistente en crear y moldear todo lo que tenemos para que nos sea más fácil y cómodo cumplir nuestros deseos, nos ha llevado a un modelo global de humanismo que, de repente, se mira al espejo y ve distorsionada toda nuestra actividad por un pequeñísimo virus, que está siendo capaz de por en solfa todo nuestro entramado socioeconómico.

Esta es una lección que debemos aprender, si queremos ser la cumbre de la evolución y que la humanidad sea la que moldee el mundo en el que vivimos. Debemos ser conscientes que todo es más frágil de lo que parece. Basta ver los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidad y comprobar que apenas avanzamos en su cumplimiento en ninguno de ellos. Ni en los relacionados con la biosfera y el cambio climático, ni en los objetivos sociales y ni en los empresariales, ni en los de carácter político, ni siquiera en el objetivo 17 sobre las alianzas para cumplirlos.

Y es que tenemos un hándicap que nos impide resolver los grandes problemas de la humanidad, tenemos leyes y medidas nacionales cuando el mundo ya es global y sus asuntos también. ¿cómo vamos a arreglar un problema de todo el mundo haciendo cada uno lo que quiera en su país? Imposible, ya no avanzamos a nivel mundial, damos pasos hacían delante y hacia atrás, según los temas y los territorios. Hacen falta leyes mundiales, gobiernos que tengan impacto sobre amplias regiones del mundo y sobre todo él. La soberanía nacional que tanto ha servido en los siglos pasados ahora es el gran impedimento para solucionar nuestros problemas.

Por eso hablamos académicamente de dos conceptos que parecen casi sinónimos y en realidad son antagónicos. Globalización y mundialización.

Llamamos globalización a este momento en el que vivimos ahora, en el que no somos capaces de solucionar los grandes problemas de la humanidad, que son globales, pero solo tenemos leyes nacionales. Es un momento relativamente malo, pues si a alguna institución o empresa le vienen mal unas leyes se va a otro país y hace lo que desea. Ahora se pueden prohibir cosas en un lugar y dejar que se hagan en otras, creando sistemas contaminantes en lo económico y social, incluso en lo moral.

Mundialización no es lo mismo que globalización, pues se trata del momento en el que abordemos los problemas mundiales con leyes que afecten a todos los territorios, sin soberanías nacionales ni fronteras jurídicas. Al proceso de pasar de la globalización actual a la mundialización le llamamos 2º Revolución Francesa, por tener una importancia parecida a la de la Revolución Francesa de finales del siglo XVIII cuando se pasó del antiguo régimen a la era nacional-industrial. Pensamos que aún quedan varias décadas para tener gobiernos y leyes mundiales que se impongan a las nacionales y nos lleven a la que ya denominamos era mundial-informacional.

Y en este proceso llega un pequeño virus, Covid-19, y muestra, la debilidad de un sistema que creemos muy sólido, pero que no cuenta con normas globales, cada uno hace lo que le parece y el pequeño virus nos gana la batalla, tal vez no la guerra, pero si una escaramuza que nos muestra lo inoperante que son las leyes nacionales para problemas globales, sobre todo hoy día ya que todas nuestras incertidumbres son de todo el mundo.

Como dice la teoría del "efecto mariposa", un insecto mueve sus alas en China y hay una tormenta en América, en el caso actual, un simple murciélago muerde a otro animal y muta un virus que llega al hombre y hace tambalearse a casi todas las instituciones mundiales. De esta lección tenemos mucho que aprender, pues ahora solo gritamos "que viene el lobo", pero este no es el peligroso, ni siquiera es un gran can, el verdadero lobo vendrá de forma más destructiva y entonces ya tal vez creamos que podemos solucionarlo fácilmente cada uno con sus fronteras y sus leyes nacionales. Necesitamos la mundialización y alejarnos de la globalización.

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