Cambio de sentido

Meditación para bajar el dólar

El personal confunde las posturas con las poses y la espiritualidad con un pareo de playa

Que baje el dólar, ommm". Así fue como la periodista argentina Agustina Kämpfer, en postura de medio loto, exhaló su mantra ante las cámaras de televisión para enviar su energía al cosmos, a ver si así baja el dólar. "Mañana podemos tener buenas noticias, atentos a los mercados", despidió el presentador lo que llamaron meditación en vivo. La estampa de la señora en postura de padmasana sobre una mesa, con un billete de 100 dólares como imagen de fondo, no sé si es más una caricatura de estos tiempos o un presagio, una de esas señales inequívocas de que por fin nos va a caer encima, por idiotas, el Apocalipsis que estamos pidiendo a gritos.

Lamento decir que tamaña chorrada, que deja de un aire a cualquiera que se tome la meditación -o el análisis económico- con verdad, no se retira mucho de la noticia que leíamos hace poquito acerca de que, en Andalucía, infinidad de imágenes están saliendo en procesión de rogativas para que llueva. "Cada cual haga lo que le venga en gana -habrá quien rechiste-; con cortar la tele o no ir a la procesión tienes bastante". No por eso -contesto- voy a dejar de señalar que estos "a Dios rogando y con el mazo dando" resultan incongruentes y, con ello, banales. Antes de implorar agua conviene que nos aseguremos de no estar esquilmando la que tenemos ni el ecosistema que la atrae hacia la sed de la tierra. Ni negar las evidencias científicas, que ya estamos padeciendo en carnes, de que el clima ha cambiado y de que nuestro desprecio a la naturaleza y sus recursos tiene que ver en ello. Igualmente, antes de emplear la palabra meditación conviene asegurarse de no causar un profundo bochorno entre quienes intentan hacer silencio y vacío de veras, que si no después el personal confunde las posturas con las poses y la espiritualidad con un pareo de playa. Lo llaman crisis de sentido (de sentido común y comunitario, añadiría), y nos ataca en todos los órdenes de la vida: afectivo, psicológico, físico, relacional…

Quedan exentos de mi reproche quienes viven su fe en coherencia con sus actos, e incluso quienes no compran las máscaras de sus dioses lares por Amazon; sé de valiosos y hermosos paganismos no adscritos a la tajada consumista. Hay quienes organizan en su empresa cursos de mindfulness para empleados con la sangre achicharrada, mal pagados y sin tiempo para sí. Son de la misma calaña que meditan por el dólar y claman a los dioses para que caiga la lluvia mientras arrojan al fuego el tapón de su alberca.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios