Julio Alvar y Huelva

Julio y Janine Alvar expresaron su deseo de que su colección etnográfica permaneciera en Andalucía

Julio Alvar figura con pleno derecho entre los españoles genuinamente singulares de la segunda mitad del siglo XX. El hecho de que estableciera su residencia en París en 1954, cuando conoció a Janine, compañera de su vida y colaboradora imprescindible, motivó que su ingente labor etnográfica no sea tan conocida en España como la de su hermano el gran filólogo y dialectólogo Manuel Alvar. Con él colaboró en el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía, el de Canarias y el de Aragón, Navarra y La Rioja, aportando los extraordinarios dibujos que les confieren un valor excepcional. Sus trabajos en Iberoamérica, del que son expresión destacada sus estudios sobre la región de Guaraqueçaba (Brasil) y con la comunidad purépecha de Michoacán (México), le permitieron reunir una impresionante colección etnográfica de libros, dibujos, películas, objetos rituales y más de mil cerámicas, incluyendo una veintena de piezas precolombinas.

En 2004 conocimos a Julio y a Janine. Habían presentado una parte de su colección en el Museo Antropológico de Sevilla y expresaron su deseo de que esta permaneciera en Andalucía si se encontraba un lugar que la albergara, como Centro de Estudios Etnográficos que mostrara y permitiera continuar sus trabajos de medio siglo. La búsqueda nos llevó al Ayuntamiento de Almonte, cuya Corporación pretendía potenciar las instalaciones culturales del municipio. Con Caja Rural del Sur y la Universidad de Huelva, que también se mostraron sensibles al proyecto, se constituyó la Fundación J. J. Alvar - Caja Rural, entre cuyos logros pueden anotarse la digitalización de 800 películas y grabaciones que corrían peligro y la redición del delicioso Cancionero popular aragonés formando parte de la colección La Espiga Dorada. El Ayuntamiento inició el proyecto de acondicionamiento del edificio destinado a sede del Centro Etnográfico... Luego el panorama se empezó a oscurecer: llegó la crisis económica, que ha cortado de raíz tantas iniciativas valiosas; inesperadamente murió Janine, sumiendo a Julio en un mundo de soledad y niebla. Ahí empezó el declive que fue erosionando la ilusión y la memoria del aragonés tenaz.

Nos llega ahora la triste noticia del fallecimiento de Julio. Queremos creer que él y Janine vuelven a estar juntos y felices. La obra que ambos crearon continúa en Almonte, donde ellos quisieron que estuviera, no sabemos hasta cuándo.

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