Caleidoscopio
Vicente Quiroga
Más reinas
Los afanes
ACUDIMOS a una librería, a los escaparates de un gran centro comercial, y observamos el título de un nuevo libro, El legado maldito, su autor Jack Thorne. Lo normal, como a ese autor no lo conoce nadie, es que pasemos por alto esa novedad y sigamos mirando otras publicaciones. Autores más conocidos, novedades más deslumbrantes. A fin de cuentas, pocas personas han oído hablar de este británico (Bristol, Reino Unido, 1978) de 37 años.
Y aún hay más. Las librerías disponen de poco espacio para las obras de teatro, es un género minoritario y exquisito, apenas algunos libros en las estanterías y si hay suerte. Y es que El legado maldito es una obra de teatro, no es una novela.
Pero miren por donde a las multinacionales les gusta engañar a los consumidores. Y lo suelen hacer muy a menudo. Y este libro El legado maldito vende miles y miles de ejemplares, en los rankings de Cegal y LibriRed anda ya el primero. ¿Cómo es posible? Pues muy sencillo. A la obra le han puesto por título Harry Potter y el legado maldito, y debajo, en letras muy grandes, grandísimas, aparece J. K. Rowling. El pobre Jack Thorne se tiene que conformar con un cuerpo de letra pequeño (minúsculo) y debajo de la cubierta.
Así todos los fans de ese fenómeno que es Harry Potter acuden a comprar otro libro de la saga, que dicen que es el último. Y es una obra de teatro escrita por un casi desconocido Jack Thorne.
Vayan en estas líneas mi homenaje a un autor desconocido. Vaya mi admiración por su humildad y consentimiento. En la vida se verá en otra desde luego, tanto por las ganancias por derechos como dar a conocer su obra a una multitud asalvajada que busca sin mirar (y sin leer la cubierta) la última novela de Harry Potter.
Esta reflexión en voz alta no es más que una crítica de nuevo al poder de los medios, del marketing, del engaño, ante la sociedad. Una sociedad que consume y consume sin leer las indicaciones, sin consultar, sin observar. Y es que nos conocen al dedillo y hasta las últimas consecuencias.
Decía María Zambrano: "El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer." A esas multinacionales del libro, a esas que nos engañan con basura, les repito las palabras de Nietzsche: "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti".
También te puede interesar
Lo último