En estos días de incertidumbres, no solo sanitarias sino también políticas y socio - económicas, donde el virus ha "impuesto su ley" - menos mal que en junio había sido "derrotado" - y dada la vertiente política que se le dio desde el primer día a la pandemia, además de presuntos intereses partidistas y perfiles claramente ideológicos, nos encontramos con problemas de gestión poco lógicos en un modelo pretendidamente democrático - vamos perdiendo puestos en el escalafón de países, según el índice de escala de The Economist - y que sería demasiado prolijo citarlos todos al ir desde la falta de trasparencia, hasta la Ley Celáa sin contar con los padres y profesores, la eutanasia sin oír a sanitarios o Comité Bioético, decisiones epidemiológicas por expertos inexistentes, falta de agilidad administrativa ante la emergencia económico - social… incluyendo el carácter no vinculante, para revelar las consideraciones del Consejo de Estado, tras solicitarle la valoración correspondiente…

Pero dicho todo esto, que configura lo que otro día titulábamos como "Galimatías" y en este momento la campaña electoral catalana en marcha, nos asaltan, al igual que con muchas decisiones durante la pandemia, algunas incongruencias, ciertamente, inexplicables.

Y no voy a entrar en los por qué de la discriminación a los sanitarios de la Privada en el tema vacunaciones, por cierto, que fue allí donde acudió la Vicepresidenta contagiada. Como incongruente y más, es no considerar primera línea, en esta cuestión, a quienes limpian los hospitales o se prescinde del Ejército y de espacios públicos que servirían para agilizar el procedimiento, cuando estén las vacunas que debe haber…

Para rematar lo incongruente, vamos a Cataluña: cierres perimetrales, horarios estrictos y mínimos en la hostelería, toque de queda, apelaciones al autoconfinamiento y recortes en el número de participantes en reuniones, en esa situación, ante el no aplazamiento electoral, se convoca a 80000 personas para cubrir las mesas electorales y se autoriza la asistencia a mítines. ¡Antológico!, no al contacto con familiares, amigos, apoyarse en el teletrabajo… pero sí, asistir a alas escenificaciones mitineras, paradigma de la volatilidad dialéctica. Naturalmente, también, el 25% de los convocados a las mesas pretenden, con razón, renunciar por mucho imperativo legal que exista.

Ya el colmo, es la ruptura de la confidencialidad proponiendo un horario específico para teóricos afectados o para mayores, estos a primera hora, con lo que, ante la falta de cobertura para constituir una mesa, tampoco podrían hacerlo por razón de la edad. Y atentos, opositores, el señor Sánchez, "ha descubierto la palanca del cambio en USA", comiencen a preparar el futuro voto, pero por correo.

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