Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Escribía Schiller en su novela El visionario: "Solo somos perfectos moralmente, solo somos felices para ser útiles; que disfrutamos nuestra diligencia y no nuestras obras". Y Turguénev termina su obra Dos amigos con este texto: "Porque en la tierra no hay otra felicidad".
Nuestro mundo está gobernado por imbéciles. Los hay de todo tipo, diversidad y multiculturalidad, pero imbéciles, al fin y al cabo. El presidente del Senado es un insensato, el cretino de Trump, el necio de Boris Johnson, el majadero Pedro Sánchez, el lelo de Torra. Una reunión de imbéciles es un pabellón de zoquetes.
Y la culpa de todo la tiene la falta de educación, o tal vez, el despropósito de disponer en un país como España de 17 sistemas educativos diferentes, donde cada uno se cree lo que se le cuenta. La ideología, las presiones políticas, el adoctrinamiento hacen que tengamos 17 sistemas educativos distintos, uno por cada comunidad. Y esto es casi nada o mucho, una barbaridad. Las editoriales, que cobran de los imbéciles, publican imbecilidades. La educación en España da pena. Y no hay otra felicidad.
Fíjense si la ideología manda, que ayer en El País, un periódico importante diría, no había ni una sola referencia del plagio de Manuel Cruz, nuestro presidente del Senado. ¿Usted lo entiende? Pero esta es nuestra educación, una educación controlada, manipulada y hasta podría afirmar que propia de imbéciles. Se podría decir que claro, que cada medio tiene su ideología, que cada partido manda o controla un medio, y así debe defenderse la mentira propia que nos gobierna, que preside el reino de la mentira.
No señores, nosotros tenemos que dejar de ser imbéciles para poder mandar a los imbéciles a freír monas y a marcharse de España, si fuera preciso. Si usted no está de acuerdo, se acepta, usted debe ser libre, pero señor imbécil haga el favor de marcharse con ellos. Así tendríamos menos imbéciles en un mundo gobernado por los imbéciles.
Decía Empédocles: "Hay que repartir el logos por las entrañas". Pero si usted no dispone de la educación adecuada, es un imbécil, y por más que se reparta el logos sus entrañas de no captará ni la más mínima pizca de razón o de sentido común. Escribía Lao Tse: "Abandono la ley y la gente se torna honesta. Abandono la economía y la gente se torna próspera. Abandono la religión y la gente se torna serena. Abandono todo deseo de bien común y el bien se torna tan común como la hierba".
En fin, imbéciles del mundo, lean, lean algo, lo que quieran. A estas alturas no ponemos exigencias.
También te puede interesar
Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
El pinsapar
Enrique Montiel
Puntos luminosos
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Se buscan vencedores
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Náufragos