Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Al escuchar al presidente del Gobierno el pasado martes sentí asco. Al escuchar a los líderes de la oposición también experimenté asco. La misma sensación. No hablemos del señor vicepresidente, que pretende realizar una desestabilización institucional y social. ¡Qué asco! Repetía mientras oía atónito la nada, absolutamente nada. ¿Se han pensado estos señores que somos imbéciles? Probablemente sí, y de ahí sus actuaciones. Hay personas buenas, inteligentes, dóciles, decentes, sabias, humildes. Podría enumerar decenas de calificativos para ellos. Pero también hay malvados, terroríficos, demonios. Los primeros suelen ser mucho más numerosos que los segundos, pero hacen menos ruido, y reciben todas las bofetadas de estos segundos, que suelen ser los que gobiernan y dictan las leyes.
Escribía Nicolás Gómez Dávila: "Para no vivir deprimido en medio de tanta opinión tonta, conviene recordar en todo instante que las cosas obviamente son lo que son, opine el mundo lo que opine". Usted puede recibir a lo largo de un día cientos de mensajes, y cada mensaje debe ser procesado para que usted, solo usted, pueda sacar sus propias conclusiones. Pero para ello se precisa un poco de sentido común, de voluntad y de entendimiento. Lo que está pasando con el inicio del curso escolar me demuestra una vez más, que a los dirigentes, a eso pocos que hacen el ruido, la educación y la cultura siguen sin importarles nada.
Las personas solemos prestarle mucha atención a lo novedoso. Lo nuevo vende, y si esa novedad viene endulzada con un poco de morbo paremos de contar, pero debe darse cuenta de que eso que le presentan evita que usted piense por sí mismo, que saque sus propias conclusiones, vamos, que sea capaz de adoptar una actitud personal y propia. La inmediatez, lo rápido, suelen ser enemigos del pensamiento. La agilidad mental se consigue ejercitándola, y en todo ejercicio la velocidad evita la madurez. Caminamos hacia la ignorancia, hacia la más completa ignorancia. Como decía Platón, "la ignorancia es el mal de los ignorantes". Pero uno es ignorante porque desea serlo, no lo olvide. Escribía Pavese en El oficio de vivir: "Porque en el odio está todo: amor, envidia, ignorancia, misterio y ansia de conocer y poseer".
¡Qué mala es la ignorancia! He leído por ahí que el Sindicato de Estudiantes va a convocar una huelga contra Isabel Celaá e instan a los ministros de Podemos a apoyar el paro "por coherencia". ¿Por coherencia? ¿A los ministros de Podemos? ¿Dónde está el ministro de Universidades? En fin. ¡Qué mala es la ignorancia señores! Claro que, si el modelo a seguir es este, bien servidos que estamos.
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