Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
Amedida que pasan los años me voy enfadando un poco más conmigo mismo, por el tiempo que perdí sin vivir con las ventajas de decir lo que se piensa.
Últimamente he sido puesto a prueba. Sí, la vida a veces te pasa la ITV, (Inspección Técnica Vital), para ver como andas en eso de hacerse viejo.
Aún no me han dado la nota, pero creo que aprobaré raspando el suficiente, porque voy adquiriendo esa capacidad de decir lo que pienso.
El sobresaliente debe corresponder a aquellos que tienen el valor de seguir de pié y mandar a hacer puñetas, con estilo y las mejores formas, a todo aquel que se ofende por la transparencia de los actos y el honesto verbo.
Yo creí que la sensación de hacerse viejo comenzaba cuando dejabas de tener proyectos, algo que no me preocupaba en exceso, porque dependía exclusivamente de mí. Desde esa cómoda atalaya, iba yo burlando mi tiempo.
Pero últimamente ando algo preocupado. Creo que es porque me está cambiando el enfoque y empiezo a pensar, con cierta desazón que empezamos a hacernos viejos cuando dejamos de entender el mundo, y como yo, de mayor seré un viejo gruñón, creo que ya estoy sentando las bases de lo que no soporto y llevaré mucho peor, cuando el espejo muestre las señales de la recta final de mi tiempo. No sé si se han dado cuenta, pero el gruñir es al viejo, como la risa al niño. De otra manera sería insoportable. No el viejo, sino la vida para el anciano. La risa es la burla que le hace el niño a la vida, cuando la vida aún no se ha burlado del viejo que será.
El gruñido del viejo es la queja por lo que ha dejado de entender. Por eso los viejos nos parecen raros a quienes aún seguimos empeñados en entender algo y no hemos llegado aún a la sabiduría de no entender nada.
Gruñir es a lo que suena la sabiduría y es fácil confundirlo con la queja y la rareza, pero cuando un anciano gruñe, de viejo y puro raro, no es que se queje, es que se duele. Y solemos llevar mal lo que no entendemos, sin saber que el viejo ya lo ha entendido todo.
A los ancianos suelen gustarles los niños e imitar su risa para disimular el gruñido de su sabiduría. Quizá por eso les gusta tanto jugar con ellos. Un anciano cuando juega con un niño esta jugando con la esperanza. Por eso les miman tanto. No riñan a un anciano cuando mima a su niño. En vez de reñirle deberían mimar al viejo y sonreír con complicidad al niño. Detesto a los viejos que ríen a solas, sin un niño a su lado.
No se han enterado de nada. ¡¡Necesitan repetir la ITV!!
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