Doctor Trumpenstein

Cuando Sánchez acusa a la oposición de trumpista, está haciendo un autorretrato de su propia política de megalómano

Tenía la conciencia limpia. Sin usar”, dice uno de los aforismos del gran S.J. Lec, aquel escritor judío-polaco que se escapó de un campo de exterminio nazi disfrazado de soldado de las SS. Ay, la conciencia. Pensemos en nuestro gran Pedro Sánchez. “He tomado la decisión con mi conciencia”, nos anunció el otro día al convocar elecciones en medio del tórrido puente de Santiago. Suponemos que se refería a esa clase de conciencia de la que hablaba S.J. Lec: una conciencia impoluta, incontaminada, intachable. Una conciencia transparente. Una conciencia progresista. Sin usar, por supuesto.

¿Quieren pruebas? Pues bien, inmediatamente después de hacer ese anuncio, el gran Sánchez –nuestra gran conciencia moral, el gran caudillo de la verdad y la transparencia– nos avisó de que se iba a desatar una campaña de la ultraderecha trumpista para desautorizarlo y hasta para meterlo en la cárcel. ¡Una campaña trumpista en contra de Sánchez! Acabemos. Cualquier manual de psicología define a Donald Trump como un megalómano narcisista que no tolera la crítica personal y que siempre actúa de modo impulsivo para salvaguardar sus intereses personales. Además, sufre una fuerte inclinación a ocultar la verdad y a evitar todos los mecanismos de control parlamentario. ¿Adivinan quién posee estos rasgos psicológicos? ¿El bovino Feijóo? ¿El fogoso Abascal? No, por supuesto. Quien los posee es nuestro Pedro Sánchez, que ha gobernado por decreto ley apoyándose en una camarilla de propagandistas y aduladores y mentirosos profesionales que le hacían creer que era –y aún es– el político más importante de la historia. Los psiquiatras saben que existe el Mecanismo de Proyección, según el cual atribuimos a los demás los mismos impulsos y tensiones que adivinamos en nosotros mismos. Es decir, que cuando Pedro Sánchez acusa a la oposición de trumpista, lo único que hace –sin darse cuenta– es hacer un autorretrato de su propia personalidad y de su propia política de megalómano narcisista. Y con la conciencia limpia, muy limpia, por supuesto.

O sea que aquí tenemos a nuestro buen Doctor Trumpenstein acusando a la oposición de trumpista. ¡Portentoso! Pero miles de zombis ideologizados de nuestra izquierda chavista y de nuestra izquierda Tik-Toker se lo creerán. Eso sí, con la conciencia muy limpia.

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