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Carlos Colón
Nacimientos y ayatolás laicistas
VENÍA recordando durante un viaje una columna que solía aparecer en el TBO que se titulaba Diálogos para besugos y que era todo un monumento a la irracionalidad, desde una perspectiva eminentemente jocosa. Hoy, trasladándonos del TBO a nuestra realidad política, habría que recurrir al título haciendo apelación a los supuestos protagonistas del necesario diálogo para solventar el problema de mayor calado registrado en los últimos años.
Lamentablemente, sin eximir de las responsabilidades a ninguno de los líderes, hay uno de ellos que, ciertamente, como le han dicho, "una sonrisa del destino", lo ha colocado en el eje de las teóricas soluciones, aunque no por ello él deja de ser un problema por mucho que pretenda traspasarle esa condición a su adversario más directo. Y él, que es un problema para sí mismo, su partido y su ansiosa posición de acceso al poder, puede acabar siéndolo para todo el país por su condición de ser uno de los dialogantes para besugos ejemplarizando permanentemente el mismo: "… estoy dispuesto a dialogar y a pactar… pero no, es no…" sin más.
No conocemos nada de sus propuestas más allá del Gobierno de progreso. Tampoco, cuál es su espacio, si el socialdemócrata o el de competidor y, al tiempo, aspirante a que sean sus socios los de Podemos, en un ejercicio de masoquismo político inexplicable, situación a la que los podemitas no rehuyen conocedores de que ZPedro está instalado en la disyuntiva, patética para él y su partido, de: "susto o muerte".
Y así, como Rajoy ha sido y es víctima de su falta de diligencia comunicativa y su incapacidad para tomar la iniciativa, nuestro número cuatro en el Madrid electoral pretende presentarse ante todos ejercitando la coherencia que él dice le demandan sus votantes -las hemerotecas ponen en cuestión esa parcialización el argumento sin caer en la cuenta de que el ejercicio de una supuesta coherencia no es garantía de racionalidad ni en su posición ni en su discurso que no va mucho más allá del: ¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Qué tal! ¡Qué tal! … del famoso diálogo del TBO con el "… no, es no…" y si me aprietan, los más cabales, encontrarán semejanzas no el no menos clásico Cuento de la buena pipa.
En definitiva ZPedro: no pretendas el finiquito de los demás, cuando tú mismo con tus ansiedades, tal vez inducidas, te has colocado en el ya citado "susto o muerte", del que tienes muy difícil escapatoria y para el que el diálogo para besugos no es, precisamente, la solución.
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