Aveces es bueno perdonar, a veces. Como si existiese el perdón, repito, aunque ese sea el título de un libro de Mariana Travacio, publicado por Las Afueras. Como si existiese el perdón. Dentro de un tiempo pasaremos de esto, y lo haremos dividiendo a la sociedad en tres tipos. Unos, los menos, que seguirán empeñados en adoptar medidas de protección, pero en grado extremo. Otros, que pasarán de todo, son los mismos que ahora se saltan las reglas del confinamiento. Y, por último, la gran mayoría que proseguirá con su vida y con el recuerdo que se irá diluyendo con los años.

Los primeros, los presuntuosos, me recuerdan a los nacionalistas. Los segundos, los pasotas, me traen a la memoria a los populistas. Y eso que los nacionalistas y los populistas nunca serán democráticos, son solo "istas", simplemente "istas".

Casi la mitad de la población mundial está confinada. En otros muchos casos las economías están paralizadas. Hay zonas en el mundo teñidas de rojo. Los datos diarios los facilita la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, naturalmente en base a los datos facilitados por los gobiernos, no suelen ser ciertos ni verídicos nunca. Piense que en una situación como esta el rigor no existe, ni el rigor ni la conciencia. Por ejemplo, en China todo es felicidad, pero ¿y los millones de móviles que han dejado de existir? Digo millones. Y España ahora es China.

Hemos dado paso a la digitalización, a lo virtual, casi todo precisa de una energía que nos mantiene enclaustrados. El tele trabajo, allá donde se pueda realizar, no es trabajo tal y como lo conocemos; la tele formación en estos momentos y con las prisas de su incorporación, no sirve. Y, ¿cuántas horas pasamos con el móvil, delante de la tele, conectados a internet? Dependientes energéticos completos. Así somos. ¿Qué pasaría si la próxima crisis fuera causada por un gran apagón energético global? Lo imaginan.

España no necesita unos nuevos pactos de La Moncloa, España necesita estadistas, políticos de raza, precisa que se potencie la agricultura, la ganadería, que se valoren los servicios públicos, que desaparezcan todos y cada uno de los políticos actuales, estas sombras que tiñen de rojo nuestro mapa, que apagan la luz con su codicia y su interés, que entristecen las semanas con su cinismo. España, ahora más que nunca, necesita a todos los españoles.

Dentro de un tiempo pasaremos de esto. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma pandemia. Como si existiese el perdón.

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