Ala hora de hablar de democracia, conviene visitar las opiniones de los pensadores o políticos británicos, ya que su país es considerado cuna de la democracia moderna. De ellos nos llegan visiones diferentes, a veces un tanto desencantadas. Así el polémico e influyente dramaturgo George Bernard Shaw decía que "La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrupta por la elección debida a una mayoría incompetente". No se aleja mucho de ese enunciado Winston Churchill: "El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio". Aunque el cinismo subyacente en esta frase es atenuado por esta otra, más conocida, del mismo estadista: "La democracia es el menos malo de los sistemas políticos".

Los inconvenientes que las anteriores citas atribuyen a la democracia se derivan de las dudas sobre el recto juicio del pueblo soberano y votante, de quienes desde los romanos se llamaban plebe. Por cierto, de ahí derivan tanto el adjetivo plebeyo, con su cierto matiz despectivo, como el muy democrático plebiscito. Mi opinión sobre el tema es que las imperfecciones de la democracia son consecuencia inevitable de las taras de la naturaleza humana. Decía el jurista Jiménez de Parga que el ideal democrático se alcanza con la identificación del gobernante con el gobernado. El problema reside en que en muchos casos el político da preferencia a sus propios intereses sobre el servicio a la sociedad, que debería ser prioritario. En otros, hace difíciles equilibrios para hacer compatible el bien común con el propio. Temo que sean minoría los que dejan las tendencias egoístas a un lado para guiarse exclusivamente por los intereses de los ciudadanos que les han elegido. De ahí que les importe más el parecer que el ser y que en los partidos políticos los asesores de imagen tengan tanta o más relevancia que los ideólogos.

Por eso cobra tanta importancia el control de los dirigentes políticos, elemento consustancial de la democracia, labor que corresponde a la oposición al gobierno, pero no en menor medida a la sociedad civil. Es un error que algunos reaccionen a los fallos del sistema con su inhibición, que lo único que consigue es privarle de voces críticas que podrían contribuir a corregir sus defectos. Coincidimos con Baltasar Garzón en que "la democracia es una lucha permanente por la utopía igualitaria de los pueblos".

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