Tiempo de Academia

La Ciencia y la Técnica en el Descubrimiento de América (II)

Terminábamos la primera entrega afirmando los grandes beneficios, entre otras cosas en cuanto a influencia se refiere, en la Ciencia y la Técnica que produjo el descubrimiento de América.

Al "espontáneo" o tal vez "imprevisto" Almirante hay que considerarlo un hombre de Ciencia en el contexto de la modestia que habría que considerar el análisis de este concepto en el siglo XV. Lo que no cabe duda es de su curiosidad por los saberes, con agudeza casi siempre como lo demuestran los hechos físicos por él observados no siempre acertando en sus apreciaciones: por ejemplo, el error netamente científico cometido sobre sus medias inexactas de la altura de la polar: "…hoy nos parece tan natural la forma esférica, apenas atenuada, que no concebimos otro, lo que indica nuestra falta de flexibilidad mental; también un aristotélico habrá conservado incólume su fe en la forma esférica, por ser esta la figura geométrica más perfecta, sin dar crédito a los engañosos sentidos, no a los experimentos sospechosos. Pero Colón es ya un renacentista, aunque todavía trabado por el criterio de autoridad; debe razonar sobre sus propias observaciones, debe explicar las variedades de color racial, con otros fenómenos físicos, y además de todo esto debe encontrar digna ubicación en el paraíso terrenal; y entonces forja su ingeniosa cuanto absurda teoría contemporizadora…" (J.R. Pastor-1942).

Cada vez que Cristóbal Colón se adentraba en el intento de resolver los nuevos problemas científicos que se le presentaban, le "producía mucho dolor" ya que tenía que estar luchando permanentemente entre los tabúes adquiridos y los juicios inherentes a su persona. El ansia de simular los hechos observados con la autoridad de los antiguos, le conducía a cometer errores y "practicar" un modelo de ciencia imperfecta en un momento crucial (de la Historia de la Humanidad).

Sin embargo, en el primer viaje de Cristóbal Colón hay que destacar, entre otros, el descubrimiento del mar de los Sargazos, región del océano Atlántico septentrional que se extiende entre los meridianos 70º y 40º O y los paralelos 25º a 35º N, delimitado por cuatro corrientes que forman un giro oceánico, siendo el único mar definido por características físicas y biológicas sin incluir la presencia de costas. Pero, si importante es este descubrimiento, su gran acontecimiento científico fue el hallazgo de la declinación magnética occidental, desconocida para él.

Sabemos que una de las propiedades físicas que interesa en el campo de la cartografía es su geomagnetismo: la tierra se comporta como un gigantesco imán cuyo eje sigue la línea que une los polos magnéticos norte y sur. Ambos puntos no coinciden con los polos geográficos, por lo que según la localización en que nos encontremos, variará el ángulo que forma la alineación de la aguja imantada de una brújula con la vertical al polo geográfico, dando lugar al fenómeno que se conoce como declinación magnética. Su conocimiento es fundamental para la navegación marítima (y aérea), debiéndose confeccionar diferentes mapas magnéticos (isoclónicos, isodinámicos e isogónicos) para resolver los problemas de dirección, varía en los diversos puntos de la tierra y aún para un mismo lugar. Se distinguen diferentes tipos de variaciones: seculares, anuales diurnas y accidentales.

En el caso que nos ocupa, fijemos nuestra atención en las seculares. Se llama así porque se verifican en el transcurso de los siglos. Se suele considerar que la primera referencia escrita a la declinación magnética se encuentra en el diario del primer viaje de Cristóbal Colón, si bien el manuscrito que se conserva data de mediados del siglo XVI. Son importantes estas observaciones del Almirante. (En el año 1492 la declinación magnética era oriental en España, disminuyendo hasta hacerse nula en 1664, es decir hasta confundirse la dirección de la aguja con la meridiana y no formar por consecuencia ángulo ninguno; sucesivamente pasó a ser occidental en 1740, luego otra vez nula, más tarde oriental y últimamente occidental, como lo es en la actualidad en Europa y África, y oriental en Asia y América) (sic). (F.B.V Miguel de Cervantes)

Transcurridos cuarenta y un días de viaje, el 13 de septiembre, Colón detecta una anomalía, las carabelas estaban a punto de cruzar la línea agónica o meridiano magnético cero, en que la aguja señala exactamente el Norte. A partir de aquí, se iniciaba la tendencia a la declinación oeste. Cuatro días después, fecha de la segunda observación, la declinación era de dos grados oeste, el día 18 de tres, el 22 de seis, el 26 de siete y el 30 de septiembre, de ocho grados oeste. A partir de aquí el valor de la declinación disminuía, hasta llegar a una nueva línea agónica en las Antillas.

En esta gesta descubridora, Cristóbal Colón además de la declinación magnética, en sus viajes hizo descubrimientos importantes, no demasiados conocidos, sobre vientos, corrientes, mareas, calmas ecuatoriales… Por ello, su destreza en el trazado de cartas le permitió hacerlas de los mares y países descubiertos, con ilustraciones que contenían observaciones astronómicas e hidrográficas que lo caracterizan no solo como el marino más hábil y osado de todos los tiempos, sino también como un auténtico investigador científico.

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