Sixto Romero

La Ciencia y la Técnica en el Descubrimiento de América (III)

tiempo de academia

21 de agosto 2021 - 01:31

Permítame el lector su anuencia al comenzar la entrega de hoy con este reflexión de Gaston Bachelard, nacido en Bar-sur-Aube, Champagne el 27 de junio de 1884 y fallecido en París el 16 de octubre de 1962, filósofo, epistemólogo, poeta, físico, profesor y crítico literario francés e importante autor interesado por la historia de la ciencia moderna o contemporánea: La ciencia es la estética de la inteligencia. El principal valor de una sociedad se encuentra en su cultura. Por eso, muchos pueblos se empeñan en proteger su patrimonio y en difundirlo. Porque es sinónimo de tradición, de conocimiento, representa un grupo y una riqueza histórica que en muchas ocasiones otorga prestigio e importancia a esa sociedad. La cultura material de la ciencia no solamente es testimonio tangible y memoria del progreso, sino que se halla conectado, asimismo, con múltiples factores.

Mi interés personal con la serie de artículos iniciados la pasada semana, es insistir en el rol jugado por científicos en un periodo clave para la humanidad. La historia de la ciencia española -de una ubérrima discontinuidad-, ha soslayado obstáculos de toda índole a lo largo de los siglos, alumbrando, en su obstinación, numerosos hitos. Históricamente, en su justa medida, la sociedad no ha reconocido la influencia del Imperio Español en las aportaciones e investigaciones científicas al mundo. Existe una especie de leyenda negra en la que se deduce que los países relevantes en la investigación científica eran Inglaterra, Holanda, Alemania, pero la voz autorizada del científico alemán Alexander Von Humboldt, destaca en sus obras los avances científicos que se realizaron en la Nueva España y los virreinatos del imperio español, donde se mencionan los científicos de mayor hechura y aportación en la investigación científica con aportaciones que sobresalieron en la metalurgia para la acuñación de la moneda, también en cuestión medicinal sobre el desarrollo farmacéutico para la curación de enfermedades.

Ya hicimos mención anteriormente la gran influencia que tuvo en la Ciencia y la Técnica en el contexto de los viajes de exploración de nuevas rutas de navegación, la llegada a un continente que era desconocido por los estudiosos de la época fue el descubrimiento geográfico más importante de la historia para Europa. Aunque desde principios del siglo XV el reino de Portugal realizaba exploraciones atlánticas, la navegación se hacían siguiendo las costas porque se desconocían las condiciones de navegación del océano Atlántico y no existía la tecnología (barcos e instrumentos de navegación) que permitiera iniciar un viaje tan incierto. Dado que la ciencia es una disciplina que se encarga de estudiar e investigar con rigor los fenómenos sociales, naturales y artificiales a través de la observación, experimentación y medición para dar respuesta a lo desconocido, podemos decir que, Cristóbal Colón hay que considerarlo un hombre de Ciencia. Era un curioso del saber, un observador atento, a veces agudo, que desde el primer día anotó cuanto hecho físico pudo observar y busco su explicación, no siempre acertada.

"…La relevancia de los expediciones científicas de Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, remarcaron el descubrimiento de la circunferencia de la esfera terrestre, trazando las nuevas rutas y describiendo cada uno de los territorios avistados por los almirantes, el científico alemán Alexander Von Humboldt menciona la importancia del estudio cartográfico para el desarrollo de la geología, aerografía: "…También la oceanografía y la aerografía son fruto de aquellas grandes expediciones y solamente tras una larga serie de observaciones de los inventos intercontinentales relacionados con otros fenómenos físicos pudieron hacer más tarde la Meteorología y la Climatología…" (sic) (Rev. Metábasis. Nº9-2021).

La ciencia desde el punto de vista aristotélico era de naturaleza cualitativa una propiedad que existe en cualquier objeto e individuo, la cual se puede analizar comparándolo con otro semejante. Así, lo cualitativo depende de la percepción social, cultural o subjetiva del objeto. Por otro lado, la ciencia en el Renacimiento estaba enfocada hacia el descubrimiento del cómo y no el porqué de los fenómenos en la naturaleza reduciéndolo a relaciones numéricas, precisas y verificables. Aparece, por lo tanto, un nuevo concepto fenomenológico con máximos exponentes en Galileo Galilei y Johannes Kepler, que posteriormente inmortalizó Isaac Newton en Hipothes non fingo. Este pasaje de enorme relevancia se encuentra en el Escolio general final de los Principia de Newton (1687). (El título completo del libro es Philosophiae Naturalis Principia Mathematica): "…Hasta ahora hemos explicado los fenómenos de los cielos y de nuestro mar por el poder de la gravedad, pero aún no hemos asignado la causa de este poder ... No he podido descubrir la causa de esas propiedades de la gravedad a partir de los fenómenos, y no formular hipótesis (hipótesis no fingo); porque todo lo que no se deduce de los fenómenos se llama hipótesis; y las hipótesis, ya sean metafísicas o físicas, ya sean de cualidades ocultas o mecánicas, no tienen cabida en la filosofía experimental ... Para nosotros es suficiente que la gravedad exista realmente, y actúe de acuerdo con las leyes que hemos explicado, y que sirva abundantemente para explicar todos los movimientos de los cuerpos celestes y de nuestro mar…". (sic).

(Traducción, en 1729, del original en inglés por A. Motte, matemático inglés).

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