Estoy seguro de que algunos de ustedes recordarán aquella revista satírica que fue La Codorniz: "La más audaz para el lector más inteligente", que impregnaba de humor sus contenidos y era capaz de sortear, con habilidad lingüística, la rotunda persecución censora propia de su tiempo, tal cual los mejores autores de la picaresca española en la que el quevedismo era la más eximia representación. Una censura impuesta en una sociedad que no entendía de lo que ahora, en tiempos de libertad democrática, llamamos "corrección política" y que al final ha llevado a un mecanismo censor tan antidemocrático como el de aquella época dictatorial.

En la citada revista, había un espacio titulado la Cárcel del papel que se ocupaba se poner en evidencia los dislates escritos en orales, generalmente de políticos o famosos, desde un análisis de orientación humorística, pero con una rotundidad crítica innegable. Yo no sé si hoy día sería sostenible un modelo así y de serlo, habría de ser diario y no semanal porque motivos y presidiarios para esa Cárcel de papel los habría de manera casi multitudinaria.

Naturalmente, en estos días de precampaña electoral, tenemos ejemplos magníficos que hubieran hecho las delicias de aquellos humoristas de la satírica revista que profundizaban con rigor en la ignorancia argumental, más que en los lapsus -de los que todos podemos ser víctimas- y desde luego, no tendrían piedad con la mentira, tan al uso en la política de hoy.

Y es que desde reñirnos a los votantes por no apoyar masivamente al sanchismo hasta la ausencia de escrúpulos en plantear la misma cuestión y la contraria sin solución de continuidad, según el perfil de la audiencia, pasando por el atrevimiento de la ignorancia como los megapips de las redes ultrarrápidas, el ganó serrano extremeño o el alarde geográfico de: "Ahora de Huesca, me voy a Aragón…" este genuino alarde de contenidos del sanchismo, justifica con la tradición democrática, lo dice quien parece pretendió ocultar tras las cortinas las urnas en su confrontación interna con el partido, cuando se descubre un presunto fraude, en la más pura tradición caciquil de nuestra tierra.

Por fin, suscita una duda. ¿Se nos ha vuelto facha? Escenográficamente, seguro. Le interesa envolverse en España por estrategia demoscópica pero no sé si esa nueva versión del sanchismo dará para formar un cuatrifachito que permita sacar adelante este país. Iluso de mí, que no veo cómo habla cual vencedor -se tapa, por si acaso, con la lista más votada que nunca aceptó para otros- antes de votar y lo hace, "… impasible el ademán…" y con el apoyo del cántabro exfranquista y sindicalista vertical.

¿Merecería, pues, la Cárcel de papel? Ustedes deciden.

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