Canciones de amanecer

El libro es una muestra de vivencias donde la poesía sólo fue un suspiro de palabras en mi propia voz

Con mi amigo Carlos termino de perfilar la maqueta construida por mi nieto Luis de mi último libro, escrito para los míos, para los que sienten la poesía del pasado como una nostalgia de vida en el presente.

Dejando por unos momentos la grata sensación de conocer la historia, de ofrecer momentos de nuestra existencia, de apartarnos de la realidad agobiante de lo cotidiano, me he refugiado en páginas, escritas hace décadas de años, cuando la juventud sólo sabía de sueños y de promesas, de lírica transformada en versos libres y sin cadenas establecidas. La poesía lírica vive en nosotros toda la vida, pero cuando quiere vestirse en toda su pureza abstracta, quizás los años blancos de la juventud se hacen más elocuentes para expresar cantares que nacen de ese misterio del alma que se llama espíritu.

Hace muchos, muchos años, en mis tiempos de sueños irrealizables, escribía cada día una sencilla meditación radiofónica que las ondas estuvieron haciendo volar por nuestro sur andaluz, en alas de una música suave que pretendía dar los Buenos días con el beso de una prosa poética, adornada con latidos de alegrías y de fandangos.

Soy un enamorado de la poesía pero jamás me atrevería a adentrarme en sus aguas claras y puras, de ahí mi admiración a los poetas. Pero siempre queda un camino para adentrarse en la senda de las palabras musicales, de esas rimas de frases largas o cortas, sin signos ortográficos que a veces quieran matar su encanto de ansiedades libres. Y en ellas, humildemente, me adentré en ocasiones, hace muchas, repito, muchas décadas.

Hoy, todas aquellas elucubraciones aparecieron de pronto, como un fantasma escondido en el tiempo, para hacerme recordar un camino de vida lleno de esperanzas nacidas en un corazón joven. Las recogí y pensé que por qué debieran perderse, si ya tengo quien con ellas también podría soñar.

El libro está terminado y aquellas Canciones de amanecer, que junto a mis ya editadas Canciones de soledad, muestras de vivencias donde la poesía sólo fue un suspiro de palabras que, en mi propia voz, volaban cada mañana por la orilla de nuestro mar andaluz.

Ahora, esas páginas dormirán en la estantería del hogar para recordarme cada mañana que existieron años donde la luz era más clara, las palabras tenían caricias de melodías y que mi voz, todavía sin romperse, era una llamada etérea, surcando los cielos de mis propias ilusiones.

Canciones de amanecer... canciones de soledad... ¿Acaso la vida no es más que una bella canción?

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