Hace unos días el grupo popular en el Ayuntamiento de Huelva exigía al alcalde "una mejor planificación" de las obras municipales en el centro de la ciudad para "evitar convertirlo en una prueba de obstáculos". Se instaba al gobierno municipal a consensuar con los vecinos las obras que se van a realizar, ya que "no cuentan con la participación vecinal necesaria" lo que ha provocado las críticas de los onubenses que conocen los proyectos de obras cuando éstas comienzan. Notorio resulta que a un año de las elecciones municipales se produce una especie de histeria preelectoral con el consiguiente despliegue de proyectos y obras no ejecutadas en años precedentes. Huelva no es una excepción y vemos como se precipita una inusitada actividad en el asfaltado de calles, arreglos no realizados y el obsesivo empeño por la peatonalización del centro de la ciudad que si bien lo libera de la excesiva circulación, lo inactiva comercialmente. Una insólita y compulsiva celeridad para emprender en meses lo que no se ha realizado en años. Ello demuestra una gestión poco diligente e ineficaz.

Esta oportuna exigencia de los populares onubenses evidencia la necesidad de contar con los vecinos a través de sus asociaciones o de otras fórmulas de consulta, para evitar errores a veces monumentales, como fue el caso de la Plaza de la Merced - ¿qué ocurrirá con la de San Pedro? - y de otros ejemplos igualmente aberrantes y también para emprender la urgente necesidad de planificar la ciudad, ¡toda la ciudad!, de manera que se eviten las numerosas barreras arquitectónicas que Huelva presenta y que tanto limitan, en ocasiones en casos realmente penosos, la actividad de muchas personas, de un considerable número de ciudadanos, cuya movilidad o medios de desplazamiento se ven muy reducidos. Son muchos, excesivos, esos obstáculos que ponen en grandes dificultades a quienes carecen de una movilidad normal. Es algo que no pueden pasar por alto ni los responsables del urbanismo ciudadano, arquitectos, técnicos, rectores municipales y en general todos los vecinos que de una u otra forma a veces nos vemos perjudicados por muchas de estas carencias y "pruebas de obstáculos".

Es así en muchos edificios oficiales y entidades de la Administración Pública, que carecen de accesos adecuados para quienes usan bastones, muletas, andadores, sillas de ruedas y otros vehículos motorizados. En muchos casos - más de los que podemos imaginar - han de superar escalones hasta llegar al ascensor o a otros accesos, incluso demasiado estrechos y nada operativos, hasta el punto que en ocasiones han de salir los funcionarios a la calle para cumplimentar o firmar documentos, lo cual resulta inadmisible y hasta vergonzoso. Es intolerable que en las inmediaciones de centros de salud no haya bancos o asientos adecuados para pacientes que esperan su turno o la llegada de taxis o vehículos que los recojan como se ha evidenciado con motivo de las vacunaciones.

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