Si somos mínimamente sensatos y serios, tenemos motivos más que suficientes para la inquietud, por no ser más contundente en mi calificación. No, no me voy a referir, tiempo habrá, al baile de nombres, fichajes y traspasos en la elaboración de las diversas candidaturas. Y aludo a la cuestión electoral porque considero que la orientación que se le pueda dar a la campaña me parece decisiva de cara a la confirmación o no de esa inquietud a la que me he referido. Es así porque la tendencia es notoria, según atisbo en las sendas de la mercadotecnia electoral. Lo notorio del mensaje fundamentado en la venganza histórica o el mitificado mantra de la pureza democrática de la II República -lean a Stanley Payne- que defiende la izquierda, o el de la derecha, orientado casi en exclusividad, a la cuestión territorial en una batalla que el nacionalismo va ganando, al menos en la publicidad externa -también dixit el mismo autor-, está configurando una campaña excesivamente polarizada con el riesgo consecuente de que obviemos un tema principal, y un error en el que no debemos volver a caer, tal cual es el de la economía.

Es así esa percepción porque cuando el Banco de España avisa sobre la situación presente y los riesgos que pueden venir si no se comienzan a tomar decisiones preventivas, como pudieran ser, la consolidación presupuestaria, el saneamiento de las arcas públicas… y el presidente Sánchez hace una interpretación opuesta al de las alertas lanzadas, salta de inmediato a la mente la terrible boutade de la champions zapateril, con lo que creo los temores están más que justificados para todo ciudadano con una mínima capacidad objetiva de análisis en la interpretación del momento político-económico en el que estamos y en el que no son desdeñables las citas electorales.

Si a un momento de desaceleración europea, más o menos global, en el que por ahora las inercias propias de los mercados aún nos permiten una cierta comodidad, unimos la situación de pseudoparálisis para las reformas necesarias durante, todavía, unos meses y la incógnita de qué Gobierno tendremos y qué tiempo tardará en conseguirse, comprenderán, mis queridos lectores, los riesgos a los que podemos estar sometidos, "viernes sociales" aparte.

Por ello, cuando en 2018 el consumo interior cae, el pequeño comercio sufre, el empleo y la exportación disminuyen, el saldo exterior se retrae, la venta de coches -uno de los grandes indicadores de actividad- está en descenso durante meses, el mercado se está ralentizando, el déficit comercial es el mayor de los últimos siete años y la alta temporalidad del empleo impacta en la destrucción de la productividad que hace que estemos en máximos desde 1995… nos daremos cuenta de lo que nos podemos jugar en los próximos eventos electorales.

En definitiva, pensemos, decidamos y elijamos bien. Hoy, me limito a hacer un "aviso a navegantes".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios