
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Sin cortafuegos ni cabezas de turco
LA prolongación de la calle Duque de la Victoria, desde Correos hasta las proximidades del muelle de la RTC, era zona portuaria, ganada al río en los primeros años del siglo XX por la Junta de Obras del Puerto que rellenó, consolidó y destinó a saladeros y secaderos de redes por su proximidad a la lonja de subasta de pescado; utilizada también esta zona como depósito de corcho, carbones y mercancías diversas, apenas la cruzaba hasta los años 50 una mala carretera, si así se podía llamar aquél continuo de baches y prácticamente intransitable en la época de lluvias.
Con proyecto del entonces ingeniero director del Puerto, don Juan Ignacio Gálvez Cañero, se acondicionó y adoquinó convenientemente, resultando una avenida nueva, que incorporada a la Ciudad, prolongaba el paseo desde el centro hasta nuestra inigualable ría.
Cuando llegado el momento, la Junta de Obras del Puerto rotular la Avenida decide colocar, en la placa de mármol que a tal efecto se fija en el viejo edificio de la Policía Municipal, el nombre de 'Avenida Tomás Domínguez Ortiz'.
La decisión no surge del capricho arbitrario, ni de la adulación vacía. Don Tomás Domínguez Ortiz se reconocía así como uno de los más importantes colaboradores con el desarrollo y crecimiento de nuestro Puerto, que por otro lado es desarrollo y bienestar para Huelva.
Fue don Tomás Domínguez Ortiz presidente de la Junta de Obras del Puerto en dos periodos. En el primero de ellos, 1917-1934, el Sr. Domínguez desarrolla 17 años de colaboración entusiasta e incondicional con el ingeniero director D. Francisco Montenegro. Ambos consiguen para la ciudad se realicen las obras del muelle definitivo, el hoy Muelle de Levante, proyecto tan deseado e imprescindible.
Ante el necesario seguimiento del proyecto en Madrid, entonces más que nunca 'Villa y corte', don Tomás pone en juego toda su voluntad y sus recursos económicos y personales, con ellos se consiguió el buen fin del proyecto, modelo de ingeniería que tan óptimos servicios viene prestando los últimos 75 años.
Su segunda etapa en la presidencia, 11 años entre 1938 y 1949, coincide con la penuria económica posterior al desastre, que en lo que se refiere al tráfico portuario se tradujo en una escasez de tráfico sin precedentes. Veintiocho años de compromiso que se pretendieron agradecer con esa placa, pero que no paga siquiera el poner su nombre en la Avenida.
No puedo estar en desacuerdo si nuestro Ayuntamiento rotula las calles con los nombres de tantos paisanos que se lo merecen, pero no es menor cierto que no es de justicia dejar de respetar a aquéllos que en el pasado, como Tomás Domínguez Ortiz, también se lo merecieron. Se trazaran nuevas calles, nuevos ensanches y nuevas plazas, no hay motivos para el cambio. Estos pequeños pero importantes detalles hacen Ciudad, conforman su historia, enraizan tradiciones, aunque sólo sea para que un abuelo, como yo, complacido tenga que bucear en su memoria y aclarar a su nieto quién era el hombre de esa placa. Eso es memoria colectiva. A Huelva no hay que inventarla, estaba aquí antes que nosotros y seguirá-estando cuando nos hayamos ido. Conociendo y respetando la memoria de los que como Don Tomás Domínguez Ortiz, construyeron nuestro pasado, quedarán sentadas mejor las bases del futuro de esta bendita tierra.
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