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Tribuna
Una ciudad entregada, una afición volcada, una simbiosis de éxtasis para 'su' Recre, una visión para unos jugadores incrédulos del comportamiento y sentimientos intensos de unos seguidores que nunca antes habían visto en otro club, ni imaginaron en sus fantasías de grandeza... una bendita locura de un mes de playoff que ha removido la pasión y el apetito por garantizar la filosofía de un Decano, de la partida de nacimiento del fútbol español. El sueño al final no se hizo realidad en el campo porque Salmerón y sus jugadores no soportaron la magnitud y la influencia ejercidas por encima de las excusas y situaciones deportivas.
Un curso brillante para un final de carrera sin aprobar el máster. Y sin título de posgrado no completó la enseñanza para ejercer en la maestría superior profesional de Segunda. Pero la evolución del Recreativo ha prendido de magnetismo dejando el listón muy alto como base de que tiene que hacer lo que siente su gente, todavía dolida e inmersa en la desazón del fiasco y con la rémora de no ganar ningún partido de los cuatro de play off con el balance desolador de dos goles a favor y siete en contra, uno más que en los 19 envites de toda la segunda vuelta de la liga regular.
Y en plena ebullición del recreativismo hay que comenzar una vez más otro período estival a contrarreloj para estructurar un primer plan de trabajo acorde a las expectativas del club compatible con una estabilidad económica sujeta al control estatal y la regulación concursal con acreedores y embargos. Volver a empezar proyecto de revulsivo sin disponer de un fundamento tras 21 fichajes en esta campaña (17 en verano y cuatro en invierno, sólo Valentín útil) para afrontar la enésima aventura que motive la demanda de una afición que mezcla el regusto de lo vivido y la amargura final. El Recreativo tiene que reinventarse con el aval de recoger lo que ha sembrado en un escenario de renovada generación.
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