El peligro de estar al filo del precipicio

Una bofetada de realidad: El Recreativo se hunde observando el fondo (un punto del descenso) y en la lejanía el techo de la clasificación (líder a nueve puntos) entre la inquietud progresiva y la ansiedad creciendo cada jornada de todo el entorno. Y regresa al Nuevo Colombino soportando su vía crucis y acusando el mal de la impotencia, la siembra constante de su desconfianza, la bajada de tensión y el miedo escénico que dejan patente que este equipo es una ruina casera cuando es el lugar donde debería ser su fortaleza de impulso hacia el ascenso, pero es la dosis de garantía de vitalidad de los rivales, que aprovechan la jindama y la inercia hacia atrás del Decano.

Ahora tendrá dos partidos seguidos en cuatro días (UCAM y Atlético Antoniano) para restablecerse, que tiene que digerir bien para una buena nutrición de puntos y que por los horarios pondrá a prueba la eterna fidelidad de su gente. Lo primero es sobrevivir para no caer en la desolación tan prematura y la segunda opción es que aparezca por fin la autoestima a un bloque que defrauda cada semana.

El recreativismo es consciente que Arzu tiene faena por delante, pero la fe recaía en el dicho popular para reaccionar de “entrenador nuevo, victoria segura” y tras el fiasco queda la esperanza, tras dos empates, del refrán “a la tercera va la vencida” por los intentos fallidos. Separados tres puntos, hay una similitud entre Decano y UCAM: el cuarto peor en casa ante el quinto peor fuera, igualado con el Atlético Antoniano. Y el Recreativo, tan pequeño en el área rival, supera un mes sin ganar.