La nueva propiedad vende ilusión al recreativismo

La exigencia del Decano es el ADN de su historia de supervivencia. Por tal motivo le urge la oxigenación del presente para hacer frente al futuro más inmediato. Y es que los principales problemas de los equipos metidos en los suburbios del fútbol, aquellos que militan en Segunda y Tercera Federación, son las dificultades económicas, los impagos y la falta de profesionalización en algunos aspectos de organización de estas categorías consideradas en teoría amateur-medio profesionales, que dificultan su desarrollo y afectan al nivel de calidad competitiva.

El Recreativo regresa a este hoyo profundo y se reactiva un aroma de incertidumbre en paralelo con las incógnitas a despejar por la nueva propiedad. Tras dejar “papá” Ayuntamiento la gestión de un club sin recursos estables, ahora Adrián Fernández, el dueño visible del poder en la segunda etapa privada con GS Vael Management, tiene por delante el objetivo de centrar un proyecto en base de reuniones y consensos para unificar toda la fuerza e ilusión que proteja el amor incondicional del recreativismo.

El primer golpe de efecto es la aparición de Roberto Ríos en el cartel anunciador, que se familiariza con el fútbol profesional sin conocer los entresijos de una Segunda Federación que funciona al ritmo de los riesgos complejos de una encrucijada. El Recreativo se engulle bajo la presión de competir como si fuera el fútbol de élite, pero con jugadores que deben asimilar lo que significa la identidad del nacimiento del fútbol español. Nuevos tiempos, mismos desafíos.

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