Análisis

Joaquín Aurioles

La españa cóncava y convexa

Hay sociedades cóncavas y convexas. Las cóncavas son las que incorporan a las personas talentosas que nacen en ellas o que se suman al esfuerzo colectivo mediante la inmigración. Las convexas son las que expulsan a sus mejores hijos” (El final de los sueños, E. Amor). Admitamos la sentencia, pese a reconocerla como controvertida, para identificar a las primeras como aquellas capaces de canalizar en su interior impulsos transformadores, tanto domésticos como importados, repletos de connotaciones positivas. También las habrá negativas porque la renovación tiene costes derivados de la resistencia a desprenderse de partículas obsoletas. Unas veces adoptan forma de rémoras culturales, por ejemplo, modelos de educación, y otras de tensiones sociales que se reflejan en aspectos diversos, como el acceso a la vivienda o los servicios de salud.

Las sociedades convexas levantan muros frente a las influencias externas y se resisten a aceptar la dinámica espontánea y transformadora resultante de la renovación del tejido social. Obviamente la convexidad no siempre es el resultado directo de una elección política, sino también de circunstancias históricas que pueden estar indirectamente relacionadas con la acción política. Tomemos como ejemplo la sociedad argentina y su evolución desde la concavidad hasta mediados del pasado siglo y su convexidad posterior, que perdura hasta la actualidad. De forma parecida, la española realizó el tránsito contrario, desde la convexidad de los años 50 y 80 del siglo XX, los de la emigración, a la concavidad de las décadas siguientes. La sociedad española actual mezcla impulsos de concavidad en forma de inmigración procedente de otras latitudes más convexas, con otros de convexidad del que son reflejo el despoblamiento de amplias zonas interiores y la expulsión de jóvenes cualificados en busca de oportunidades de trabajo.

En la medida que las sociedades cóncavas desarrollan impulsos integradores de los recursos acogidos, tanto internos como importados e incluyendo tanto a población como a empresas, cabe inferir que también promueven la igualdad y el progreso. En sentido contrario, la desigualdad y bifurcación (polarización) pueden ser entendidas como consustanciales a la convexidad. Andalucía responde a un perfil moderadamente cóncavo desde un punto de vista demográfico, debido al fuerte impacto de la crisis de 2008, pero muy marcado desde el empresarial, tan solo por detrás de Baleares. También las comunidades de Madrid y Cataluña responden a un perfil cóncavo, aunque con un notable viraje hacia la convexidad en los últimos años. Es probable que el aumento de los costes de residencia ayude a entender el proceso en ambos casos, además de la polarización social y política en el de Cataluña, además del incesante flujo de fuga de empresas desde 2015.

El perfil cóncavo es igualmente dominante en las comunidades valenciana y murciana, mientras que el convexo lo es en País Vasco y Extremadura. También domina el perfil convexo en las dos castillas, donde el desbordamiento de población y empresas procedente de Madrid, no es suficiente para compensar el efecto divergente del despoblamiento en ámbitos rurales.

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