El Decano lleva 13 puntos de 15 posibles; la cosa podría ser mejor, pero coincidirán en que no está nada mal aunque esto sea, desde junio, lo exigido. Se ha logrado una cifra de abonados espectacular superando a todos los equipos de la categoría, a los de la categoría inmediatamente superior, a prácticamente todos los de 1ª RFEF y a muchísimos de Segunda. Existe una unión grada-equipo como pocas veces se vio, todo un milagro al partirse de donde se partía. Cada desplazamiento se ha convertido en un espectáculo de colorido, ambiente y reconocimiento (hasta ahora) de las aficiones locales y con celebraciones emotivas de jugadores y seguidores. Salvo la faena de no poder celebrarse nuestro Trofeo Colombino (que no se puede perder), que el césped tampoco está como convendría y lo de las colas interminables en los duelos caseros, la cosa fluye medianamente bien (hasta en los pagos se sigue el curso, que no hay que olvidar de dónde venimos). Así que como todo está más o menos tranquilo…

… El debate no sólo va ahora sobre si el equipo juega mejor o peor o si debe dominar más o menos, algo lógico y saludable. El dilema está en que las celebraciones tras los triunfos parecen desaforadas. Puede ser, pero fue tan pisoteado el escudo del Decano en el césped y fuera de él recientemente que muchos llevan (con razón) una espita dentro. Y es que el pasado marca: me recordaba mi amigo Manuel en Lebrija que "cuando estábamos a punto de desaparecer todos decíamos que daba igual verlo en la categoría que fuera, porque esto es tan nuestro que no podía dejar de disfrutarse". "Es que yo lo veo como mi gran responsabilidad, como si ahora debiera estar con el Recre más que nunca", me repetía en la previa Agustín, un puntaumbrieño albiazul de categoría. Y hay mil ejemplos más. Ahí está el personal llevando al equipo a cuestas… otra vez. Quizás sea imposible evitar la alegría y la fiesta, aun en esta categoría, cuando el Abuelo gana; ha costado mucho mantenerlo vivo, ha hecho sufrir demasiado y es parte del ADN de la peña. Y lo de si ir o no a la fuente si se asciende... queda tanto que da pavor y yuyu imaginarlo. Pero antes de sentar cátedra sobre cómo actuar podría haber una máxima: que cada uno haga, ahora y cuando sea, lo que le venga en gana. Y así todos contentos.

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