Hay dos asuntos que suelen sentar peor que un mal resultado: las cosas previsibles y la impotencia. Quizás sea una anécdota, pero la encuentro demasiado significativa: metieron los visitantes el gol en posible fuera de juego y, en vez de ver a todos los míos, viniendo de los tangues que venimos, montar la de San Quintín sólo hubo un par o tres aspavientos. El Antequera primero se llevó un siglo celebrando el tanto en la esquina, estuvo luego el autor del gol rezándole al cielo y terminó saludando hasta al chófer de su autobús y allí abajo nadie de los nuestros hacía nada. Qué falta de carácter, de liderazgo, de picardía… ¿no creen? Perdimos en fútbol, que se preveía, y hasta en espíritu: mientras el entrenador visitante se comía en el 93' a uno de los suyos por no presionar nuestro equipo ya llevaba media hora muerto.

Siempre pensé que los dos vergonzosos descensos tuvieron, por decirlo de alguna forma, una cosa 'buena': por fin se iban a acabar las excusas y las puñeteras justificaciones. Pues no, sólo un añito duró tal cosa. En 3a RFEF nos cansamos de escuchar -estaría bueno- que daba igual un césped horrendo, un polideportivo infame, un árbitro malintencionado, un equipo rival colgado 90 minutos del larguero... "Hay que ascender y punto". Este año, si recuerdan, hubo a quienes les daba cosilla nombrar tal palabra al inicio del curso.

Yo no sé si se ascenderá o no -más nos vale-, pero este último tramo deja una imagen que asusta. "Falta confianza a todos los niveles"; pues más de 10.000 abonados en la Tercera División de siempre confiaban y se ilusionaban muchísimo en verano, oiga. Tras la vergüenza que nos hicieron pasar hace dos años también más de 9.400 abonados arrimamos el hombro; a pesar de todo se hizo borrón y cuenta nueva y lo que debió ser una temporada plácida se convirtió en que, como convenía dinamitarlo todo, ni dejaron saborear un ascenso como era debido. Ahora, aún con opciones de subir, el ambiente es el que es. Con Salmerón, rozando otro ascenso, guerra civil dentro. Ni yendo 'bien' hay calma; que se lo hagan mirar, a ver si nada va a ser casual. Como el pisoteo que se planea con lo de Líberos hacia los que, y con la boca bien grande hay que decirlo, TAMBIÉN SALVAMOS AL DECANO. Brutal.

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