José María tejero, profesor, amigo y referencia
Era octubre de 1974, entraba en el aula el profesor de Contabilidad, se llamaba José María Tejero García. Me impresionó su forma de hablar, su visión de la economía, la forma de afrontar la contabilidad, nada convencional. Hay profesores que te caen bien, otros mal, hay profesores que te aportan, otros que transmiten ... pero muy pocos, a veces ninguno, a los que admiras. Al único que admiré fue a José María Tejero García.
Como profesor de Contabilidad me transmitió una Contabilidad que tenía que servir para dirigir y hace progresar a las empresas. Había que mirar dentro de la contabilidad. Eso es muy difícil y ningún profesor lo hace.
Porque José María venía de Estados Unidos y allí todo es muy diferente a España, porque tenía mundo a sus espaldas. Colaboró en la campaña presidencial de John F. Kennedy, vivió en Sudamérica y en España dirigió una multinacional norteamericana, Lubrizol. Su visión era global, no localista.
Le visité, hablamos y aprendía de sus palabra y vivencias -no sólo de contabilidad- en su despacho en la universidad, en Lubrizol, en su casa, en la Federación Onubense de Empresarios. Con él aprendí lo que no se enseña en las aulas: conocer y entender el mundo de la empresa, de la sociedad y de la contabilidad.
Como a mí, le gustaba el tenis y construyó una pista en la propia planta de Lubrizol en el Polo de Palos de la Frontera.
Cuando terminé la carrera me animó a ir a vivir y a trabajar a Estados Unidos. Tenía varias opciones concretas, e incluso las dos cartas de presentación (una de ellas la suya). Al final elegí entre ir a California o quedarme en Huelva. Quedarme en Huelva. Él intentó convencerme para que me fuera. No le hice caso. Fue la peor decisión de mi vida en todos los aspectos. Y todavía me arrepiento.
No perdimos el contacto. Seguíamos quedando para que yo me impregnase de su saber y de sus conocimientos. Le gustaba mucho la forma que yo tenía de escribir y me felicitaba a menudo. Cuando me dieron el Premio Andalucía de Economía él fue una de las primeras personas que me llamó para felicitarme, y luego me mandó una carta. Con el tiempo escribí un libro que le dediqué y que él elogió en público y privado. Gracias José María.
Era una persona inquieta y amante de la Contabilidad. Me invitó a impartir sesión en un programa suyo en la Universidad de Huelva. Hablábamos por teléfono de vez en cuando. Una vez, y cuando ya estaba jubilado, charlamos y me dijo que estaba preparando para enviar tres ponencias a un congreso que se iba a celebrar en Texas. Él jubilado, tres trabajos, congreso y en Texas. Ese era José María.
Siempre me profesó un gran afecto personal y profesional, quizás desmedido e inmerecido. Cuando imparto clases de Contabilidad y escribo libros y artículos me acuerdo mucho de él. ¿Entienden ustedes ahora cómo el que fue mi profesor fuera luego mi amigo y siempre una referencia?
José María, un abrazo y todo mi respeto y admiración. Descansa en paz.
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