Con la venia de Luis Rufino Charlo, investigador de la fiesta de los toros, descendiente de una dinastía de ganaderos de reses bravas, grandes devotos de la Virgen del Rocío, damos a conocer esta noticia de interés para la Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de Huelva, el día que presentamos en su casa, el catálogo de la exposición Otorga lo imposible, patrocinado por la Fundación Caja Rural del Sur, sobre la muestra que ha hecho, por primera vez, un recorrido histórico por los vínculos del Rocío con la tauromaquia, Y que estos días se exhibe en versión reducida en la aldea. Se trata de un suelto publicado en el Boletín de Loterías y Toros, el día 29 de septiembre de 1879, que dice así: "Se ha verificado en la plaza nueva de Huelva una función de toretes a beneficio de la hermandad de Nuestra Señora del Rocío. Los palcos se hallaban ocupados por distinguidas señoritas vestidas de majas en su mayor parte".

La noticia, aparentemente intrascendente, nos desvela algunas cuestiones interesantes.

En primer lugar, corrobora algo ya escrito, aunque con escasos datos documentales: la existencia anterior de la hermandad del Rocío de Huelva al año 1880, fecha en la que la historiografía rociera ha fijado su fundación. Es más, la devoción a la Virgen del Rocío había alcanzado la ciudad con anterioridad, como corroboran distintos testimonios particulares, y como podemos constatar en el libro primitivo de hermanos de la Hermandad del Rocío de Triana, que se inicia en 1813.

Es más, a raíz de la promoción de la ciudad a capital de la nueva provincia, a partir de 1833 se estrecharían sus vínculos, como nuevo centro administrativo y político, con los pueblos de su demarcación territorial. Entre ellos, los del Condado de Huelva, de donde promocionan vecinos, políticos, empresarios e integrantes de la nueva Administración. Y entre esos prohombres, debemos mencionar a Nicolás Gómez González y Pérez (Ayamonte), senador y parlamentario por Huelva al comienzo del último cuarto del siglo XIX; empresario vitivinícola de éxito, con bodegas en La Palma, que llegaría a ser hermano mayor de Huelva los años 1883, 1884 y 1885.

Y por otra parte, este festival de 1879 tan tempranero debemos ponerlo en relación con sus fundadores y sus vínculos con el mundo del toro. Entre ellos, el propietario Juan de la Corte y Mora, promotor de la antigua plaza de toros de Las Colonias, de madera, que prolongó su vida hasta 1898, poco antes de que se inaugurase la de La Merced en 1902. O Francisco Gómez-Rull, hijo del referido Nicolás Gómez, ganadero de reses bravas en su finca de La Ribera, que también fue hermano mayor, los años, 1886, 1887 y 1888. En ese círculo de relaciones está también el segundo miembro de la dinastía de los Litri, Miguel Báez Quintero, nombrado mayordomo honorario de la Hermandad en el año 1900 y hermano mayor honorario en 1920.

Con todo, debemos subrayar, y éste no es un dato menor, que se trata del primer festival taurino benéfico, hasta ahora identificado, de la historia del Rocío, celebrado fuera de la aldea del Rocío, donde ya en el siglo XVIII se organizó alguno, a instancias del Duque de Medinasidonia, como complemento de la Fiesta, en una tierra ganadera por antonomasia. Un festival al que dieron continuidad el que se celebró en abril de 1894 [Martínez Navarro, 1999]; o el celebrado en noviembre de este mismo año, según nos describe El Enano, en su edición del día 11 de noviembre, con reses de Gómez-Rull, a beneficio de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, el domingo día 4. Y tres más, relacionados por el referido historiador onubense, en 1896, y en abril y mayo de 1897, en el ocaso de la plaza de Las Colonias.

Estos días, en los que se ultiman los preparativos del primer festival benéfico que organiza la Hermandad Matriz en Huelva, a beneficio de su Obra Social, estos datos vienen a situar a Huelva en la cuna de los festivales benéficos del Rocío y a subrayar la larga relación que el mundo del toro ha tenido con esta devoción en diversos órdenes, y en especial, en su faceta social. Será en el coso taurino de La Merced, el próximo día 28 de febrero, con un cartel de campanillas, para aliviar muchas necesidades humanas de la hora presente.