Glaucoma

Al inicio, el paciente no padece síntomas y no es consciente de su enfermedad

El glaucoma es la segunda causa de ceguera a nivel mundial, una patología que en España padecen medio millón de personas, es decir, un tres por ciento de la población y en todo el mundo, más de 65 millones de personas. Se trata de una enfermedad silenciosa, ya que muchas veces no da síntomas hasta que está en fases más avanzadas. Tal y como señalan desde el Instituto Fernández-Vega (IOFV), en esta fase se presenta una pérdida repentina de la visión, fuertes dolores en el ojo y enrojecimiento ocular, entre otros signos.

Existen varios tipos de glaucoma: de ángulo abierto, de ángulo cerrado y secundario. El abierto, afirman desde la Clínica Universidad de Navarra, es la forma más frecuente. La pérdida de visión comienza en la periferia del campo visual y, si no se trata, acaba produciendo ceguera. Por su parte, el cerrado provoca subidas bruscas de la presión ocular, normalmente en un solo ojo y produce una pérdida de la visión y un dolor agudo o pulsátil en el ojo. Y, finalmente, el secundario se puede producir cuando el ojo padece una infección, inflamación, catarata... y puede verse interferido el paso del humor acuoso y no se drena correctamente. Para el docto Andrés Fernández-Vega Cueto- Felgueroso del IOFV, "aunque disponemos de herramientas terapéuticas que pueden conseguir frenar su avance, es fundamental el diagnóstico precoz a través de las revisiones periódicas, especialmente en población mayor de 40 años, familiares de pacientes de glaucoma y personas con miopía alta o magna, quienes cuentan con un mayor riesgo".

Existen algunos factores que pueden incrementar el riesgo a padecerlo además de los anteriormente nombrados, como tener ascendencia africana, hispana o asiática, contar con una presión ocular elevada, tener hipermetropía o miopía, una córnea más adelgazada en la zona central, seguir un tratamiento prolongado con esteroides o haber sufrido un traumatismo ocular. Otras comorbilidades son enfermedades como la diabetes, hipertensión arterial y migrañas, entre otras.

Además, es importante acudir a revisiones oftalmológicas periódicas, tanto el paciente que tiene antecedentes familiares con glaucoma, como también jóvenes miopes para revisarles el fondo de ojo y comprobar que su salud ocular es la adecuada, puesto que un ojo miope por encima de lo normal puede tener predisposición a desarrollar otras alteraciones visuales como desprendimiento de retina, maculopatías miópicas, alteraciones del nervio óptico o glaucoma.

En fases tempranas el paciente puede no experimentar síntomas y no ser consciente de que padece la enfermedad. Este hecho es muy relevante, ya que la pérdida de visión es irreversible. Por ello, la prevención, el seguimiento y la investigación son las tres claves en el abordaje de la enfermedad.

Uno de los avances en glaucoma lo está desarrollando el Instituto Fernández-Vega. Su equipo está creando un filtro neuroprotector para gafas y lentes intraoculares que transforma la luz potencialmente nociva en una longitud de onda más beneficiosa que activa mecanismos para la supervivencia celular. Es lo que hay. Seguro.

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