Análisis

Eduardo J. Sugrañes

Fijador de la tercera

En la trabajadera debajo del paso, tras los faldones, todo el mundo es igual

En la Semana Santa hay sentimientos que se expresan con el cante, "con la saeta cuando se enfrenta ante un Cristo o una Virgen y se arranca del alma". Sentimientos que "confluyen con el de la gente, los costaleros y los que estamos haciendo estación de penitencia".

Estas palabras son de Gabriel Cruz de esta misma semana, las pronunció en la presentación de la Exaltación a la Saeta de Huelva que organizan Huelva Información y El Corte Inglés. A los que le conocen les parecía normal. Lo hacía en el mismo día que iba a su primer ensayo en la cuadrilla de costaleros del Cristo de los Estudiantes.

Me consta de las ganas de poder meterse bajo el paso. Lo hace por convencimiento, de aquel que no es nuevo en la nómina de la cofradía. En la cuadrilla siempre se trata al personal con afecto y cariño. Los costaleros y los cofrades somos los que más besos damos. Hay que estar pendiente de los nuevos, de la ropa, de que el costal no esté muy alto, que no tape los ojos… que vaya cogiendo los kilos que le corresponden, ni uno más. Para eso siempre hay un amigo al lado.

No hay problemas, aquí le conocen bien, lleva más ensayos que muchos costaleros, pues también ensayan quienes acuden a estar con la cuadrilla las noches de los lunes de Cuaresma.

Hoy hablo de Gabriel Cruz como podía hacerlo de cualquier otro costalero; me dirán que es porque se trata de su condición de alcalde. La verdad que no es fácil ser alcalde y costalero por aquello de que el cargo lo llevas las 24 horas del día. Sin embargo, es bueno hacer lo que siempre se ha hecho y es estar con su hermandad.

Por eso hoy hablo del alcalde, porque es uno más en la cuadrilla y lo es en la hermandad donde tuvo cargos de responsabilidad en el gobierno de la misma. Y qué quieren que les diga, pues que a mí me da una sana envidia ver a la gente portando al Cristo de la Sangre; como antiguo costalero del Señor tengo la suerte de estar muy cerca de ellos el Martes Santo y siento cada levantá como mía y cada racheo como si fuesen los de mis alpargatas.

Me gustan los alcaldes que en lugar de repartir estampas en una procesión lo que hacen es meterse debajo del paso, donde tras los faldones todo el mundo es uno más. Ocurre que la gente de mi hermandad está especialmente contenta de que el alcalde de la ciudad sea un hermano de Estudiantes.

Porque cada uno en su vida elige la opción que más le gusta y la suya es la de ser un cristiano en las cofradías, lo que no es incompatible con ser político y socialista, cuando se hace desde la coherencia.

¡A esta es!

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