arte Una obra novedosa

El secreto del arte de Caravaggio

  • Clovis Whitfield, especialista británico en arte, publica 'El ojo de Caravaggio', un libro que indaga en la técnica pictórica de un artista capaz de dar con una forma totalmente revolucionaria de crear imágenes

Pocos pintores ejercen sobre nosotros una fascinación como el italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) y pocos también tuvieron a pesar de su corta y accidentada vida, gracias a la combinación de un naturalismo radical y un uso dramático de la luz, tan profunda influencia en la dirección del arte europeo.

A descifrar el secreto de su arte, que tanto intrigó a sus coetáneos, dedica ahora un nuevo libro de gran formato y profusamente ilustrado, que se publica en inglés bajo el título de Caravaggio's eye (El ojo de Caravaggio) -Paul Holberton Publishing, 279 páginas- el especialista británico Clovis Whitfield, formado en el prestigioso Courtauld Institute of Art londinense y organizador de una exposición dedicada a la pintura napolitana entre Caravaggio y Lucas Jordán.

Whitfield dedica su ensayo a una corta pero fundamental etapa del desarrollo de un artista que hizo caso omiso de las prácticas pictóricas de sus ilustres predecesores -los maestros del Renacimiento- y empleó para la creación de imágenes una nueva técnica de representación basada en la cámara oscura y en los espejos parabólicos, aprovechando los avances logrados por aquella época en el terreno de la óptica.

Ya un pintor de nuestro tiempo, David Hockney, explicó en un libro cómo la óptica, las nuevas lentes, los telescopios o las linternas mágicas tuvieron mucho que ver con el nuevo naturalismo de algunos artistas del siglo XVII, y Whitfield sigue aquí las intuiciones de su compatriota, apoyándose en un cuidadoso estudio tanto de la obra de Caravaggio como de los testimonios de sus contemporáneos y los descubrimientos científicos de aquel siglo.

Caravaggio encontró en esos avances una forma totalmente revolucionaria de crear imágenes, manejando a sus modelos como actores sobre un escenario y explotando los efectos de los espejos parabólicos: sus logros no se basan en la tradición renacentista de la perspectiva ni en un entendimiento intuitivo de la forma, como puede ser el caso de Annibale Carracci, sino en una visión puramente óptica del mundo.

Él ignora la sofisticada geometría de Alberti o Leonardo, las técnicas de la perspectiva desarrolladas a partir de los descubrimientos iniciales de Cimabue o Duccio, técnicas que permitían al pintor representar lo que había concebido antes en su mente y, como ya escribieron algunos de sus primeros biógrafos, lo fió todo a las imágenes "copiadas de los espejos".

Hizo caso omiso de los preceptos sobre la preparación y ejecución de imágenes y , sin bocetos ni dibujos preparatorios, llevó a cabo lo que Whitfield califica de "revolucionario cambio de percepción basado en una interpretación óptica de las imágenes" en lugar de en un vocabulario de formas previa y pacientemente aprendido.

Caravaggio pintó siempre en su estudio, con un único foco de luz cenital, que ilumina determinadas partes del cuerpo de sus modelos y que, al no difuminarse por efecto de otras fuentes lumínicas, proporcionan una mayor sensación de volumen.

Antes de hacer uso de un espejo parabólico, explica Whitfield, Caravaggio tiene que haber empleado una simple cámara obscura, y sus primeras obras con esa técnica fueron bodegones hasta el punto de que algunos personajes pintados entonces tienen un tratamiento similar al de las naturalezas muertas.

El autor cree que Caravaggio haría luego uso de una cámara oscura para los detalles de sus cuadros y la proyección sobre una superficie plana de una imagen a partir de un espejo parabólico para sus figuras, todo ello en el interior del sótano de negras paredes y con una sola apertura en el techo que le servía de estudio.

En uno de los cuadros reproducidos en el libro, el titulado Marta reprende a María por su vanidad (The Detroit Institute of Arts) se ve precisamente reflejado en el espejo que sostiene esta última la claraboya que es la única fuente de luz de la escena.

A lo largo de distintos capítulos, Whitfield describe minuciosamente desde el contexto de la emergencia de Caravaggio como pintor, el entorno artístico y científico, con sus cardenales mecenas y las academias, entre ellas la famosa dei Lincei, primera sociedad científica del mundo, fundada en 1603, hasta los problemas que presentan algunas de sus pinturas.

Problemas como la compresión característica de una imagen de limitada profundidad de campo o los derivados del el montaje de las figuras pintadas por separado en diferentes sesiones o anomalías debidas a distorsiones ópticas y compara la construcción de una escena completa a partir de diversas áreas de observación con las dificultades que pudo tener Galileo en su día para la observación de la luna con su telescopio.

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