Los discos de Rengel
Historias del fandango
Rengel, 5/8 | En 1928 y 1929 grabó toda la producción discográfica de su carrera con las firmas Odeón y Regal, predominando los fandangos
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Para los cantaores onubenses (Rebollo, Niño Isidro, Herrerito, los hermanos Curro y Pepe la Nora, y por supuesto Rengel) fue importante tener relación flamenca con Sevilla, que era la ciudad donde estaba lo más representativo del mundillo flamenco a finales de los años veinte. Cantar y darse a conocer en Sevilla fue su trampolín para grabar aquellas placas de pizarra que suponían el salto a la fama del cante profesional.
Las casas discográficas con sedes en Madrid y Barcelona, principalmente, buscaban a los artistas flamencos en Sevilla. Era un momento en que el flamenco había alcanzado un aprecio social y profesional que nunca antes había tenido. Y los artistas onubenses ofrecían de manera muy brillante lo que más gustaba a las masas del momento, que eran los fandangos y los fandanguillos, los cuales suponían la tercera parte de las grabaciones de La Voz de su Amo: en su catálogo, los discos de flamenco pasaron del 6% en 1926 al 31% en 1929. Así que los artistas onubenses entraron en el grupo más demandado, el de los fandangueros, que eran Marchena, Vallejo, Cepero, Angelillo, Paco Mazaco y varios más.
La producción discográfica de Rengel
En 1928 grabó sus primeros discos con la discográfica Odeón: dos cortes de soleares, unas bulerías por soleá, unas seguiriyas y nueve cortes de fandangos. Le acompañó a la guitarra Pepe de Badajoz [1]. Y en 1929 volvió a grabar, esta vez con el sello Regal, serranas, bulerías, soleares y diez cortes de fandanguillos. Su guitarrista, Niño Ricardo [2]. (En un disco se les llamó “fandangos” y en el otro “fandanguillos”, sin que tales denominaciones tuvieran connotaciones prejuiciosas sobre la flamencura de estos cantes, que eran la misma cosa en ambos discos).
“Su fandango valiente –valoró López Jara– le hizo tan genial que hasta ahora sería difícil contar con los dedos de la mano los que han acertado a una feliz imitación… En este fandango es donde se conjugan los aires puros y castizos del Andévalo en bella armonía con el sabor y el gracejo sano, noble, de nuestra tierra marinera”. Lo cierto es que, aunque entre los que cantaba hubo algunos populares de la época, “la musicalidad dominante, la ligazón y los remates llevan la escuela de Rengel… la paternidad de dichas variantes es adjudicada claramente a Antonio Rengel”, afirma Manuel Romero Jara en la obra Huelva, tierra de fandangos. Fue el mayor creador de fandangos de Huelva, reconociéndosele hasta cuatro distintos que podemos identificar por los primeros versos: Olas de la mar en calma, Están en lucha constante, Eres como yo te quiero y Por lo alto del Algarve. Otros analistas le atribuyen más variantes.
Rotos de tanto sonar
La popularidad de Rengel en la capital fue enorme. Juan Gómez Hiraldo contó una anécdota reveladora de hasta dónde llegó esa celebridad [3].
En Sevilla con 'La copla andaluza'
En los últimos años de la década de los años veinte actuó con frecuencia en Sevilla, donde hizo amistad con lo más granado del flamenco de entonces: la casa de los Pavones, –Pastora, su hermano Tomás al que imitaba, Pepe Pinto–, más El Carbonerillo, Manuel Torre, El Gloria, Vallejo, su amigo José Rebollo que ya estaba asentado en la ciudad, Pepe Marchena al que admiró siempre, y el guitarrista Manolo de Huelva.
Primero lo encontramos cantando fandangos en la reposición del espectáculo Trianerías, y posteriormente en la comedia popular La copla andaluza, de Quintero y Guillén [4], un formato que mezclaba lo teatral y el ante en directo, en el que lo más sobresaliente y demandado por el público eran los desafíos de fandangos. Fue el espectáculo culmen del fandango a finales de los años veinte; los mejores fandangueros participaron en las representaciones que se hicieron en teatros de varias ciudades. Rengel participó en Sevilla teniendo como partenaire a Manuel Centeno durante más de dos meses [5].
En La Pañoleta actuó como fin de fiesta en un concurso de aficionados, deleitando a la escasa concurrencia con una selección de sus clásicos fandanguillos.
Sus discos se vendían ya en las casas especializadas y figuraban en los escaparates de la tienda de Ramón Delclós o en la calle Sierpes junto a los de Pepe Pinto, El Carbonerillo, Niña de la Alfalfa y otros nombres de relieve flamenco.
Con la viuda y los huérfanos de Currito de la Jeroma
En mayo de 1931 participó junto a su amigo José Rebollo en una gala a beneficio de la viuda y los cuatro hijos pequeños que dejó el que fue guitarrista, cantaor, bailaor y pianista gitano Curro de la Jeroma, fallecido en plena juventud. Con la intención de atraer más público, el Centro de Reuniones Familiares organizó un concurso de cante en el que participaron ambos, Cepero II y Cojo Luque. Y fuera de concurso actuaron Pepe Pinto y la Niña de los Peines, además de varios guitarristas, entre ellos Niño Ricardo, y en el baile la Malena y Paco Senra.
“Antonio, cántame mi fandango”
El hecho lo contó Francisco López Jara en un artículo publicado en 1956, y sucedió en 1929, unos meses antes del suicidio de José Pérez de Guzmán al año siguiente. Estaba éste con su hermano Luis y unos amigos en Casa Alpresa y llegó a su reunión Antonio Rengel, después de cantar a otros comensales. Respirando con dificultad y sin facultades ya para poder cantarlo, Pérez de Guzmán le pidió
-. Antonio, cántame mi fandango.
“Y Rengel, en un arranque de inspiración y con su gran estilo, cantó de manera prodigiosa aquel monumento de fandango:
-Lucerito de la mañana… [6].
(Continuará).
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