La saga Bourne se recicla

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Jeremy Renner toma el relevo al personaje de Matt Damon en su lucha dentro del resbaladizo entramado del Departamento de Defensa estadounidense

Jeremy Renner, caracterizado como el agente Aaron Cross, que continúa la historia de Jason Bourne.
Javier Miranda / Cádiz

15 de agosto 2012 - 05:00

La curiosa práctica veraniega de estrenar filmes los miércoles en vez de su fecha habitual de los viernes sólo se produce este verano 2012 una sola vez, en pleno día festivo de agosto. Se supone que el alejar a determinados títulos de los fines de semana de alguna manera los "prestigia" a la vez que le asegura mayores taquillas. Pero ni los responsables de distribuir las terceras entregas de Batman y Madagascar, Prometehus o el renacido Spider-Man han considerado conveniente hacerlo, confiando como así ha sido que en sus respectivos viernes no tendrían mucha competencia. Es a El legado de Bourne a quien le toca defender esta práctica en este verano.

En su momento, la trilogía dedicada al personaje de Jason Bourne fue una agradable sorpresa. Protagonizada por Matt Damon, recuperaba el best-seller del especialista Robert Ludlum sobre un megaagente secreto que pierde la memoria y tiene que recuperarse a sí mismo entre persecuciones de pocos amigos y muchos enemigos. Los tres filmes actualizaban el libro, ya que el Bourne de papel era un espía bastante convencional en el fondo (baste decir que en una adaptación televisiva era Richard Chamberlain quien lo encarnaba), pero en esta variante mezclaba lo que se espera en un film actual de acción. Bourne era una máquina de matar, ya sea con sus manos o con todo tipo de armamento, y la trilogía daba acción de la buena. Pero al mismo tiempo ofrecía temáticas para el público que no quiere ver sólo fuegos artificiales, y la saga era una sombría reflexión sobre las cloacas de los estados y como su razón arramblaba con lo que fuese, sin tener en cuenta llegado el caso los servicios prestados.

También los desesperados esfuerzos de Jason Bourne por recuperar su identidad eran dobles. Al principio en sentido estricto, resolviendo sus problemas de memoria; luego, intentando sobrevivir a todos los que lo quieren liquidar, entre ellos sus propios patronos a los que sirvió con tanto despiadado acierto.

Al final de la tercera entrega, El ultimátum de Bourne, parecía que todo se cerraba a gusto de Jason, pero la franquicia había generado demasiado dinero como para dejarla escapar, así que se le ha dado una vuelta de tuerca. En fin, después de este repetitivo verano en las técnicas comerciales de Hollywood, suponemos será inútil reincidir en lo del reboot y derivados, pero esto lo que se ha hecho. Jason Bourne desaparece, pero daremos en El legado de Bourne la bienvenida a otro agente secreto tan preparado como él para el combate, Aaron Cross. En este film descubriremos que Treadstone, el programa digno del nazismo que "creó" al personaje encarnado por Matt Damon no estaba solo, sino que el departamento de Defensa también tiene su propia fábrica para las oscuras guerras del siglo XXI, Outcome. Pero ahora está en peligro, ya que las andanzas de Bourne amenazan con sacar a la luz pública todo este entramado de agencias secretas. Por tanto, se decide desmantelarlas, lo que incluye eliminar a sus agentes, con lo que Cross se convierte en un nuevo perseguido que lucha por su vida.

Tony Gilroy, conocido por Michael Clayton y Duplicity es el nuevo director, y Jeremy Renner, el Ojo de Halcón de Los vengadores, se encarga de poner cara al nuevo superagente, acompañado por Rachel Weisz, Edward Norton y algunos actores de los filmes de Bourne. Ahora, a comprobar si sigue el buen nivel de la trilogía precedente o este nuevo comienzo es solo pura explotación de un éxito más allá de lo razonable.

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