Cultura

En recuerdo de un clásico del flamenco

  • Gerardo Núñez y Carmen Cortés encabezan hoy en el Maestranza un 'Homenaje a Sabicas'

Mencionar a Agustín Castellón Campos, Sabicas (Pamplona, 1912 - Nueva York, 1990), significa hablar de un antes y un después en la historia de la guitarra flamenca, del maestro que hizo que el mundo se fijara en las posibilidades de este instrumento y se convirtió así en un referente para las generaciones venideras. "No se había tocado nunca nada más que en España, y muy poquita cosa. Desde que salieron mis discos, en los últimos 30 años, la gente se aficionó a la guitarra flamenca y hoy se puede escuchar en cualquier lado del mundo", aseguró el intérprete a mediados de la década de los 80. Desde su residencia en Nueva York, Sabicas ejerció su magisterio sobre una multitud de jóvenes que deseaban dedicarse a la música. Gerardo Núñez fue uno de esos alumnos en la distancia. "Se puede decir que él fue un pionero de los cursos por correo, porque aunque él viviese en Nueva York aquí llegaban los discos, desde los que nos enseñaba muchísimo", declara Núñez, que considera al navarro "uno de los culpables de que los guitarristas estemos donde estamos".

En gratitud por el legado de este impulsor del flamenco en el exterior, Gerado Núñez tuvo la idea, junto con José Luis Ortiz Nuevo, de preparar un Homenaje a Sabicas, un montaje que se verá hoy sobre el escenario del Teatro de la Maestranza. Núñez, que estará arropado por el baile de Carmen Cortés, el cante de Jesús Méndez y las guitarras de Miguel Ochando y Javier Conde, explica que el tributo se ha planteado "como un recital" en el que "no sólo vamos a hacer temas de Sabicas, porque hay muchas formas de recordar a alguien".

El músico expresa que se ha rodeado de un equipo de "especialistas en Sabicas. Javier Conde es un monstruo de la guitarra que va a dar mucho que hablar en el futuro y que ha empezado aprendiendo de los antiguos. Y Ochando es alguien que aprecia los vinos viejos, que los interpreta como nadie". Junto a ellos estará la mujer de Núñez, Carmen Cortés, poniendo de manifiesto "la importancia que tenía la figura del baile en Sabicas", de quien se recuerdan legendarias actuaciones junto a Carmen Amaya.

Gerardo Núñez, que admite que Sabicas se mostraba distante en su trato con él, reconoce sin embargo como una suerte "haber estado con él cuando vivía, que siempre que yo iba a Nueva York viniese a verme". Uno de los detalles que más impresionó al jerezano es cómo se preparaba antes de tocar. "Su forma de calentar antes de salir al escenario me produjo una fuerte impresión: recorría muy lentamente las cuerdas de la guitarra asegurando cada nota y preparando los músculos para el esfuerzo al que se disponía. Como lo hacen los atletas, con la diferencia de que un músico compite consigo mismo", ha escrito Núñez. "Aquello me ha hecho pensar", añade más tarde el tocaor en conversación telefónica, "porque ahora la gente joven, los guitarristas, tenemos muchísima prisa. Y muchos de nosotros, luego, andamos con lesiones porque no nos preparamos correctamente".

Otro de los rasgos que Gerardo Núñez destaca de Sabicas es que se sentía orgulloso de los de su raza. "Cuando veía a alguien por la calle bien arreglado decía: ¿Ves? Tiene que ser gitano. Gitano tiene que ser, claro", evoca el intérprete sobre su predecesor.

Sabicas, "un guitarrista muy importante en nuestra historia, un hombre del que todo el mundo ha oído hablar", en palabras de Núñez, empieza a tocar con cuatro años y actúa por primera vez a los seis. A los veinte ya se ha consagrado como un nombre imprescindible dentro del flamenco. Sabicas abandona España durante la Guerra Civil y realiza giras por Hispanoamérica acompañado de Carmen Amaya, antes de establecerse en Estados Unidos. La crítica le aplaude su precisión técnica, su limpieza de ejecución y su inventiva, y el tiempo le otorga la categoría de leyenda. Su apertura de miras le empuja a participar en los primeros proyectos de fusión, como el disco Rock encounter (Polygram, 1966), que grabó junto a Joe Beck. Ejerce una poderosa influencia sobre los que le siguen, entre ellos Paco de Lucía, a quien aconseja que interprete composiciones propias. A finales de los 80, la grandeza de Sabicas queda de manifiesto en los emotivos homenajes que se le dedican en Nueva York y en Madrid.

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