"Cualquiera puede tocar las palmas, pero sin sensibilidad no cuentas nada"
Los Mellis. Palmeros
Los onubenses Antonio y Manuel Montes Saavedra, referentes del compás flamenco actual, serán dos de los rostros asiduos de esta Bienal, donde acompañarán a Arcángel o Dani de Morón.


Tienen en sus manos la virtud del cuándo y del cómo. Y, aunque no opten a ningún Giraldillo ni protagonicen reseñas, sus nombres engrandecen cualquier cartel gracias al criterio que esconden en cada golpe y a la sensibilidad que imprimen en cada pausa. Son Antonio y Manuel Montes Saavedra, Los Mellis, dos gemelos onubenses que desde que pisaron los escenarios apadrinados por Arcángel se han convertido en rostros -o mejor, palmas- imprescindibles del compás flamenco. Un compás que ellos, paradójicamente, ejecutan de una forma silenciosa. Sosteniendo entre sus dedos las voces o las cuerdas que acompañan. Uno (Manuel) desde la tierra y el otro (Antonio) dibujando en el aire.
En este mes se les verá en al menos cinco funciones de la Bienal: en las tres del Tablao de Arcángel, en 21 de Dani de Morón y en el recital de Cristian Guerrero. Y puede, si consiguen cuadrar horarios, que también el día 17 con Vicente Amigo en el Maestranza.
-Su agenda da vértigo, ¿qué pasa cuando coinciden fechas?
-Es lo que peor llevamos porque hay que renunciar a cosas. Ahora nos ha llamado Vicente [Amigo] pero puede que no podamos ir porque se nos solapa con Arcángel. Es una pena, porque por el hecho de estar tan solicitados puede que no te llamen más. Nos gusta trabajar con todos, porque de todos aprendemos, y en este caso sería un lujazo.
-¿Da igual que sea cante, guitarra o baile? ¿En qué registro se sienten más cómodos?
-Lo que menos trabajamos es el baile. Los bailaores necesitan otros tiempos, más cambios, más cortes... Los palmeros que van con el baile suelen, por ejemplo, meter el pie y eso es algo que nosotros no hacemos. Estamos más habituados al cante y a la guitarra.
-¿Qué dirían que aportan ustedes al flamenco?
-Ahora se le está dando más su sitio al palmero, pero hasta hace muy poco no se les tenía en cuenta cuando, desde nuestro punto de vista, unas palmas bien tocadas son un lujo para el artista. La palma da un color que hace brillar mucho al flamenco, es la forma más natural de acompañamiento. Antes no existía la percusión y con lo que se acompañaba era con palmas o unos nudillos.
-¿Tienen la sensación de que se nota más cuando un palmero está mal que cuando está bien?
-Lo que decíamos antes. Ahora hay más reconocimiento entre los artistas, sobre todo, y también entre los aficionados. Pero es una labor que está en un segundo plano. Generalmente en los palmeros te fijas cuando suenan mal o cuando no están y se echan de menos.
-¿Sienta mal no tener más reconocimiento en el flamenco?
-En algunos momentos lo pensamos. Que igual que hay Giraldillos para cantaores o guitarristas, ¿por qué no para un palmero, un percusionista o un corista, si también hacemos un trabajo que es necesario? Hay compañeros a los que nunca se nombra, es injusto... Sobre todo porque, como en todo, hay gente más y menos profesional y habría que valorar al que lo es. Hay artistas que por escatimar gastos suben a cualquiera.
-¿Porque cualquiera puede ser palmero?
-Cualquiera puede tocar las palmas, aprender el compás, pero sin aire y sin sensibilidad no vas a decir nada.
-¿Y qué cuentan Los Mellis?
-Intentamos dar el cien por cien. Mantener el pulso para no venirnos abajo ni correr, y tener sensibilidad. Cada palmero tiene su propio estilo y hay muchos excelentes. Carlos Grilo, Diego Montoya, Torombo, Bobote, El Eléctrico... son maestros. Quizás nosotros le hemos dado un concepto distinto a la palma, más pausado.
-En el escenario se les ve muy concentrados, ¿qué es más necesario, poner la vista o el oído?
-Todo es importante. Tenemos que estar pendientes, mirarnos, y sobre todo escuchar al artista. Aunque no lo parezca, improvisamos muchísimo. Podemos decir en el ensayo una cosa y luego en el directo mirarnos y cambiar. Nos entendemos.
-¿Habría la misma complicidad de no ser familia?
-No, incluso si no fuéramos gemelos tampoco nos entenderíamos como nos entendemos... En la música al menos [risas].
-¿Cuesta llevarse bien con tantos artistas distintos?
-No tenemos problemas. Nunca hemos escuchado un comentario malo; al revés. Disfrutamos de nuestro trabajo y procuramos ser flexibles y humildes. A veces puede parecer que vamos sólo por el dinero porque cuando acabamos, cenamos y nos vamos. No es por ir de buenos ni que seamos más responsables ni educados que nadie, es que somos así, y ya está.
-Los Mellis son también cantantes. ¿Para cuándo un disco?
-Es algo que tenemos en mente pero no lo tenemos claro. Vemos cómo muchos compañeros, grandes cantantes, están esperando que les suene el teléfono y después de lo que llevamos navegado no vemos claro querer pasar por eso. Luego ves cómo se encumbra a ciertos artistas de un día para otro y no tienen nivel ni para sostener un directo. En la vida tienes que aprender desde abajo. Hemos trabajado en ferias con un sonido horrible, en salas, con un borracho en la oreja... Todo eso enseña. Es verdad que lo que nos gusta es la fusión pero sabemos lo que es pasarlo canutas…
-¿Qué artista les emociona siempre?
-Coincidimos. Nos gusta mucho Antonio Reyes, pero Arcángel, y no es porque sea nuestro jefe y nos dé gloria bendita, es el cantaor más completo que hay. Aunque parezca excesivo, lo comparamos con Camarón, puede cantar de todo y arriesga más que nadie. Cada día es distinto, nunca canta igual. Hay otros cantaores que suenan siempre al disco, él no, se renueva constantemente. Y últimamente está cantando que no es normal.
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